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¿En qué transformación de México estamos metidos?

Por:
  • guillermoh-columnista

En su interesante artículo del día de ayer en el periódico Milenio, Héctor Aguilar Camín sostiene que antes de la llamada cuarta transformación de México, anunciada por el Lic. López Obrador, hubo otra que merece ese título: la que sucedió a finales del siglo XX y que construyó el régimen que terminó en la elección pasada.

Coincido con Aguilar Camín en ese diagnóstico. Aquel cambio político, económico y social merece ser considerado como una de las transformaciones de México. Lo que aconteció entonces fue el reemplazo del modelo económico nacionalista por el llamado neoliberalismo, lo que fue acompañado por el reemplazo del modelo político de hegemonía de un solo partido a la alternancia democrática.

Lo que resulta extraordinario, quizá un caso único en la historia, es que el agente político fundamental de esa transformación haya sido el PRI. Este partido fue el puntal de lo que se conoce como sistema político mexicano, que cristalizó —algunos dirían solidificó— el proyecto de la Revolución mexicana. En otras palabras: la máxima creación de la tercera transformación (o cuarta o quinta o como quiera que se le numere) de México fue el instrumento que permitió la transformación de la que hemos hablado arriba.

Cualquiera que sea el número que demos a esta transformación que está operando en México podemos calificarla como populista. El término —ya lo sabemos— tiene muchos inconvenientes: es polisémico, está muy cargado y se ha vuelto un comodín teórico, pero no tenemos otro. Es más, podemos decir que hoy vivimos, no sólo en México, sino en el mundo entero, un periodo populista. La crisis global de la democracia liberal, que algunos pensaron que era el régimen que marcaba el fin de la historia, es un hecho incuestionable.

El gran reto de los científicos sociales mexicanos hoy en día es estudiar ese nuevo populismo mexicano que tiene más en común con el populismo contemporáneo sudamericano que con el viejo régimen del PRI. Me parece que los estudiosos de nuestra realidad social no han reaccionado con la rapidez indispensable. Parece que muchos de ellos todavía no acaban de aceptar que el régimen en el que trabajaron durante, por lo menos, un par de décadas, ha colapsado.

La cuarta (o quinta o sexta) transformación de México está en marcha. Como sucede con otros experimentos semejantes, el movimiento triunfador tiene más claro cómo llegar al poder que qué hacer con el poder una vez llegado a él. Hay más preguntas que respuestas. Las variables se irán despejando en los próximos meses, en los próximos años.

Lo que nos toca a los intelectuales es imaginar la siguiente transformación de México, la que vendrá después de que el populismo se derrumbe. La solución no puede ser regresar al pasado, a la democracia representativa liberal. Tendremos que imaginar otro tipo de democracia, mejor que la que ha terminado y que la que ahora comienza.