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Las coincidencias de la estrategia

Por:
  • arturov-columnista

Al calor de la contienda electoral que formalmente comenzará en abril, no se han hecho esperar los juicios y prejuicios en torno a las distintas estrategias económicas para el próximo gobierno. Evidentemente, por su actual posición ganadora en las encuestas, la posición del candidato de izquierda es la que más sufre o goza de una apabullante crítica y/o beneplácito.

Desafortunadamente, las defensas a ultranza de ambas posturas –a favor y en contra de la estrategia económica propuesta por la izquierda- oscurecen la esencia del posible cambio de estrategia económica. En efecto, la irracionalidad alcanza argumentaciones que, por un lado, anticipan una situación para nuestro país tan desastrosa y caótica como la que se ha generado en Venezuela, y por otro, explicaciones que pretenden apoyar la posición de izquierda, apuntando la disolución de las reformas estructurales, aprobadas durante la actual y la pasada administración.

Ambas posturas, insisto tan irracionales como inviables, sólo contribuyen a oscurecer el verdadero sentido crítico de una discusión constructiva. Incluso, para tal efecto, tanto el candidato de Morena como sus asesores, aclaran algunos de los puntos más críticos de su pretendido programa económico, mostrando en paralelo un mayor acercamiento con los distintos agentes económicos, en especial, con el sector empresarial.

Si se analiza con objetividad la estrategia económica propuesta por Morena, no implica un rompimiento con los logros que a la fecha se han tenido en materia económica. Por ejemplo, no existe la intención de quebrantar la autonomía del Banco de México, no se habla en ningún momento de un desequilibrio fiscal mayor al existente, a la vez que se mantiene la estrategia de apertura comercial, apoyando los actuales tratados. Asimismo, se pretende un ambiente de mayor competencia económica en los distintos mercados de bienes y servicios.

Sin embargo, prevalecen dudas razonables en el discurso económico de Morena, el cual vale decir, tiene uno de sus pilares en una aceleración y una reasignación importantes del gasto público, al parecer, tanto corriente como de inversión. En paralelo, tanto el candidato de Morena como sus asesores han insistido en que no habrá nuevos impuestos. Ya hemos comentado en este espacio que el gran lastre de la actual estrategia económica es el enorme rezago observado en la inversión pública, que baste decir, el año pasado alcanzó mínimos históricos. Por tanto, el problema no está en gastar más, sino más bien en garantizar que las erogaciones adicionales del gobierno no afecten el equilibrio macroeconómico. Seguramente, si la elección la ganara Morena, habría reasignaciones importantes dentro del presupuesto, y ojalá, el combate a la corrupción pudiera liberar recursos por más de dos puntos del PIB, como lo han estimado los asesores de Morena (por cierto habría que clarificar más esta estimación). También son razonables las dudas sobre el cumplimiento de contratos y el proyecto del aeropuerto, para lo cual se ha dicho que se revisarán a fondo tales estrategias económicas.

Mantener el equilibrio de la macroeconomía es una prioridad, y en este punto, considero que debería ser mucho más enfática la propuesta de la izquierda. Nos ha costado mucho alcanzarlo. Si se rompe este equilibrio, el resultado será mayor inflación, y los más afectados serán los trabajadores, el peor enemigo del salario es la inflación. Hemos aprendido después de muchas décadas que con la economía no se juega. Analicemos las distintas propuestas económicas con sensatez y objetividad. No hay lugar para agravios y descalificaciones sin fundamento.