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Un intolerante compite por la Casa Blanca

Por:
  • Valeria-Martija

En 2013, Niclas Berggren y Therese Nilsson publicaron el influyente artículo “Does Economic Freedom Foster Tolerance?” (“¿La libertad económica fomenta la tolerancia?”) en el que se preguntaban por la relación entre el desarrollo económico de los países y el grado de tolerancia de sus ciudadanos. Los autores buscaban establecer una relación que explicara si la prosperidad corre paralela a la tolerancia o no.

El artículo mostraba que el norte de África y el sur de Asia son las regiones menos tolerantes a nivel global. Además, las naciones menos tolerantes eran Jordania (51.4 por ciento) y la India (43.5 por ciento). Los países de América y de Europa aparecían como altamente tolerante superados solamente por Sudáfrica. Así, al parecer había una correlación –aunque no casualidad– entre ambos conceptos.

Releí el artículo tras la inminente candidatura de Donald Trump pues si hay dos afirmaciones ciertas que pueden decirse con precisión respecto del magnate travestido en político es que es un millonario intolerante. Pero es todavía más preocupante que en Estados Unidos haya un porcentaje importante de ciudadanos que comparta estos atributos y que esté dispuesto a votar por un intolerante: racista, machista, clasista.

Trump es la estampa de los resentimientos velados de buena parte de la sociedad norteamericana. Sus palabras han sonorizado las decepciones y el rencor de algunos ciudadanos. Como he dicho antes, son esa parte del cuerpo que tiene peor salud: las rodillas chuecas que frenan el avance social, la espalda lastimada que hará imposible que se sostenga el proyecto económico. Las venas esclerotizadas que no dejan correr ni las ideas, ni los principios de las democracias del siglo XXI. El modo de hacer política de Trump nos ha mostrado la mala salud social de Norteamérica. Trump no es más que el reflejo de todo eso que no nos gusta ver.

La candidatura ha sido una mala idea de inicio y lo será hasta el  fin. Comenzó como un delirio que creció con la adrenalina de las emociones reprimidas por años. Nada bueno podría encontrarse al final de este despropósito pues los intolerantes “salieron del clóset”, se pusieron sus “gorros blancos” y están “rompiendo los cristales ajenos” con sus “cuchillos afilados”. Pareciera que retrocedimos 100 años en términos de civilización.

Además, comienza oficialmente la temporada de encuestas y de manipulación del voto; de acuerdo con una encuesta de Rasmussen Reports, Trump obtendría 41% de los votos frente a 39% de Clinton. Insisto en que, a pesar de la guerra de casas encuestadoras, existen muy pocas probabilidades de éxito para el Partido Republicano.

Frente a este escenario, no debemos dejar de insistir en la construcción de la cultura de la tolerancia; en crear los espacios de discusión en los cuales las descalificaciones sean inadmisibles.

valeria.lopez@anahuac.mx

Twitter:@ValHumanrighter