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“Creía más en las encuestas, ahora voy a creer más en mis fantasías”

Por:
  • carlos_olivares_baro

Ayer temprano en la mañana George R. R. Martin (Bayonne, 1948) conversó con los medios de su nueva fábula Danza de dragones (Penguin Random House, 2016, edición para América Latina en lengua castellana).

Más tarde, variopintos lectores abarrotaron el Foro principal de la FIL para la charla que ofrecería el autor de Una canción para Lya. Fila de espera de cino horas: parejas de adolescentes, abuelos, señores trajeados, damas de afeites y pelucas rubias, muchachos de mochilas abultadas y señoritas de cabellera roja y uñas pintadas de azules concurrieron con presta diligencia a un ritual de inusitada convocatoria en esta FIL 2016.

“Primera vez que George R. R. Martin viene a México y esto ha sido apoteósico en la editorial. Los libros se han agotados en un chispazo por jóvenes que acuden a nuestros kioscos de venta en busca de lo que para ellos es un tesoro: he visto algunos llorar de emoción cuando tienen los libros de la saga en sus manos. Entrar al cosmos de este fabulador puede convertirte en adicto”, comentó a La Razón, Sandra Montoya, directora de Comunicación Social del grupo Penguin Random House organizador de las actividades en torno al estadounidense.

Considerado como uno de los autores vivos más trascendente del mundo, Martin no le da mucha importancia a la fama internacional que lo acosa por ser el ‘Padre de los Dragones’ y creador de la exitosa serie Canción de Hielo y Fuego, traducida a más de 50 idiomas.

“Muchas veces pienso que mejor me regreso a vender seguros. Ya lo pensé una vez por las bajas ventas de uno de mis libros: una de las ediciones que preceden las fantasías protagonizadas por la Familia Stark”, expresó risueño, frente a reporteros ansiosos por conocer más de su trabajo. “Toda mi carrera ha tenido sus altas y bajas; pero bueno no me quejo, en general ha sido exitosa. He ganado preseas, reconocimientos y, más que todo, una absoluta admiración de millones de lectores por todo el orbe. Empecé a escribir de manera total, como única actividad, en 1979: desde ese año vivo de mis trabajos con la palabra”, aclaró.

Un reportero indagó sobre el momento en que llegaron los best seller, sonrió con gesto de pesadumbre y glosó: “Esa pregunta siempre me la hacen; fue cuando comencé Canción de Hielo y Fuego que me llegó un best seller, sonó la registradora. Sin embargo, Juego de Tronos, no alcanzó tal categoría.

Choque de Reyes me sorprendió, tuvo muy buenas ventas. Tormenta de Espadas ocupó el primer lugar gracias a la serie de televisión”, aclaró el relator originario de Nueva Jersey.

A R. R. Martin le interesan sus dragones: de ellos dialogó durante mucho tiempo y, asimismo explicó los fundamentos de su imaginario, las instauraciones de sus reinos, las razones por las que sus dragones tienen dos y no cuatro patas, el papel humano de sus personajes femeninos, las circunstancias extremas que transitan sus protagonistas al sufrir constantemente guerras, de cómo se imaginó sin éxito en el mundo de la literatura, las similitudes políticas y sociales de su historia con la realidad actual.

“Los que conocen mis historias no podrán negar que Donald Trump se parece mucho a mi personaje Joffrey Baratheon. Estoy muy preocupado con el presidente electo en mi país. Siempre he sido un declarado demócrata liberal. Lo de Trump nunca lo imaginé, creí en las encuestas: a partir de ahora voy a creer más en mis fantasías”, manifestó sonriente.

En el Foro FIL el silencio escoltaba la voz de barítono del autor de Sueño de Fevre. Aquello parecía un sacrificio: dragones, monarcas, espadas, estrados, luces, viajes y salmos se entrecruzaban en un tiempo definido por el croar de cuervos en festín.

George R. R. Martin es la más pura encarnación de J. R. R. Tolkien en los aposentos terrenales. Al menos ese es el autor que le ha servido de inspiración para sus historias. El autor ha vendido más de 20 millones de ejemplares de sus obras y en el espacio que tiene Penguin Random en la FIL, Danza de Dragones se había agotado desde el mediodía.