Epílogo a modo de prólogo
Con el título de La vida constante, se reúnen, algunos trabajos, o mejor dicho, conversaciones sobre narrativa, poesía e historia, pero sobre todo, las entrevistas que he realizado a lo largo de más de dos década, en diversos países: Inglaterra, Francia, España y México. Son un su mayoría con escritores españoles, que han marcado un hito en la historiografía contemporánea. Un capítulo diferente es el dedicado a los historiadores, pues he incluido a investigadores y pensadores ingleses, pro que su gran obra esta basada en la historia de España de los siglos XVII y XVIII.
[caption id="attachment_738678" align="alignleft" width="216"] Portada del libro La vida constante[/caption]
Estas conversaciones, completan y cierran un ciclo, no de creación, sino del ejercicio de conversar con múltiples creadores: poetas, historiadores, antropólogos, y novelistas. Son trabajos que considero sin embargo, coincidentes en una idéntica convicción estética: insisten en la preocupación no sólo por la creatividad, sino por la compleja historia social y cultural que vivios en el mundo de ayer y de hoy.
Los historiadores Raymon Carr, Juan Vernet, Miguel Artola y Hugh Thomas, marcarón unos niveles de exigencia historiográfica difíciles de igual. Alcanzaron, con los matices diferenciados que hacen al caso, el rigor metodológico y la habilidad persuasiva en la argumentación de convertirse en clásicos de la historia. Los cuatro han sido maestros de investigadores que han sabido situar como ningún otro la historia social, individualizada, en el contexto cultural abierta que hizo posible su realización, atentos siempre a los cambios culturales y políticos, propios de la civilización.
José Ángel Valente, José Hierro, Pablo García Baena, Francisco Ayala, Soledad Puértolas, Javier Marías y Rafael Sánchez Ferlosio quienes me enseñaron a leer con los abiertos la poesía y el ensayo y a buscar sus vínculos con el asombro, intentando leer en cada palabra un hallazgo constante. Creo que fue de Ricardo Garibay y años después de Juan Goyosolo de quienes aprendí a conversar, a tratar de dialogar con un autor frente a frente. Más tarde, descubrí a Raymond Carr y quise tomar ejemplo de su apasacionada claridad para convertir un simple diálogo en un ensayo de inteligencia constante.
[caption id="attachment_738682" align="alignnone" width="696"] José Ángel Valente y Miguel Ángel Muñoz[/caption]
Las conversaciones con bien dice el pensador checo Ernst Tugendhat: “El momento histórico es ese instante fugaz de la memoria, tan breve y amplio al mismo tiempo”. En efecto para el historiador, captar e interpretar el instante huidizo de la experiencia histórica, es una tarea colosal, antes y ahora. No hay “médoto correcto”, por supuesto, más allá de una segada consideración académica de las condiciones de la historia, para percibir la inaprensible libertad de la creación. La historia dialogo con el mundo de los sentidos y con el mundo de las interpretaciones a través nuestro. En el hombre, el pulso de las pasiones late siempre con la misma fuerza. En efecto, las conversaciones tienen algo de casual. Sintetizan una azora coincidencia de factores perceptivos que van allá de la inescrutable voluntad erúdita. Cada entrevista nueva es algo así como un canto rodado, una pequeña piedra en el aire, que el creador lanza con fuerza en ese mar que es el tiempo. En ocasiones deja un sonido, en otras, se pierde en la transperencia del viento. Alguien convertirá en historia de los signos aque sonido apenas escuchado.
[caption id="attachment_738683" align="alignnone" width="696"] Juan Goytisolo y Miguel Ángel Muñoz[/caption]
Los amigos que me han ayudado a depurar mis punts de vista e incluso a hacer legibles los resultados impresos son numerosos. Debo agradecer la colaboración siempre estimulante del núcleo de historiaores británicos, mexicanos y españoles, que siempre que abrieron las puertas de su casa, para mis múltiples consultas, y llevar sus conclusiones a un final afortunada en cada entrevista. Unos ya han muerto, son ya historia y sólo me cabe evocar su memoria. Al igual que Fernanda Deschamps y Anabel Clemente Trejo, dos sensibilidades únicas, que me apoyaron y ayudaron a transcribir algunas grabaciones y manuscritos.
[caption id="attachment_738684" align="alignleft" width="238"] Javier Marías y Miguel Ángel Muñoz[/caption]
En el capítulo de agradecimientos, he de reconocer mi vieja deuda con mis amigos y cómplices, pero sobre todo, agradecer el contagioso entusiasmo editorial de Víctor Roura, Bernardo Ruiz, Jorge Sifuentes, José Antonio Gaspar, Hugo Gutiérrez Vega, Ricardo Muñoz Munguía, René Avilés Fabila, Noé Cárdenas, Anabel Clemente Trejo, Huberto Bátiz, José de Jesús Sampedro, David Siller y Sergio González Rodríguez, quienes no han escatimado esfuerzos en darme un espacio en cada uno de las páginas de su espacio.
Mi agradecimiento siempre, por su esfuerzo y profesionalidad para llevar durante casi veinte años mis textos a sus páginas culturales de periódicos, suplementos y revistas. Todos me han dado motivos y miles de disculpas para mantener la divulgación creativa que articula mi propuesta. Si además, como dice mi querido amigo Julián Ríos, me he divertdo.
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*Prólogo al libro La vida constante. (Conversaciones en el tránsito del milenio) Publicado por la Junta de Extremadura, España, 2018. El volumen fue presentado recientemente en Madrid en la Librería Ciento Volando de la capital española.