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El Senado apresurado

Por:
  • alejandro_de_la_garza

El alacrán soñaba con un régimen donde los intelectuales no se acercaban al poder, no lo asesoraban ni le ofrecían alternativas de gobernabilidad a cambio de prebendas, ediciones de sus libros, apoyo a sus proyectos, premios y nombramientos en el Colegio Nacional, cuando de pronto lo despertó el zipizape provocado por el proceso electoral.

Asomó la cabeza de su grieta en lo alto del muro atento a no recibir un baño de lodo de la guerra sucia desatada en los frentes políticos y mediáticos, periodísticos y legislativos, pero también a ras de

suelo, donde repta el alacrán, y donde, a la batalla campal por la jefatura de gobierno, se sumó esta semana la lucha cuerpo a cuerpo por el control territorial de las dieciséis delegaciones políticas de la Ciudad de México.

En plena baraúnda, el escorpión distinguió la actuación de esos prohombres y esas promujeres en el Senado, institución con noble tradición de políticos adinerados, comodinos y bien vestidos, sujetos a intereses partidarios efímeros y negociables. En esa pasarela desfilan 128 personajes: 64 representantes directos (dos por estado), otros 32 en representación de la primera minoría y 32 más plurinominales (donde entran los cuates). Cada uno de estos senadores gana 164 mil 480 pesos al mes, más lo acumulado en comisiones, viáticos, viajes, gasolina, comidas y más.

Los senadores modificaron la Ley de Derechos de Autor en una acción calificada como #MadrugueteAlInternet.

Este Senado cerró su periodo de sesiones con varios pendientes (entre ellos la desaparición del fuero). Pero antes de irse a reflexionar en el destino de la patria, se apresuró a aprobar unas cincuenta iniciativas por fast track.

Entre ellas destaca la Ley de Comunicación Social o #LeyChayote, impulsada por recomendación de la Suprema Corte de Justicia, donde se exigía la regulación o desaparición de los recursos públicos destinados a los medios de comunicación para la difusión de las políticas y campañas del gobierno. Sin escuchar críticas ni advertencias, el Senado pasó a fuerza la medida y legalizó las malas prácticas de la publicidad oficial sin cumplir la sentencia de la SCJ.

No satisfechos, los senadores también modificaron la Ley de Derechos de Autor en una acción calificada como #MadrugueteAlInternet, pues permite, antes del dictamen de un juez, medidas precautorias como la incautación de equipos (computadoras, enrutadores, servidores) y el retiro de imágenes o videos de internet. Así, cualquier tribunal podrá ordenar la censura de una comunicación pública sin demostrar antes, en un juicio, la infracción cometida.

El venenoso opta mejor por volver a su nido a soñar con un régimen donde los senadores no se enriquecen ni se alejan, casi como consecuencia inevitable, de sus electores. Y sobre todo, donde la oposición asiste, actúa, vota y no se deja someter. C