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Tarantino hace declaración de amor al cine de los 60

Por:
  • jesus_chavarria

Si algo distingue la filmografía del otrora enfant terrible de Hollywood, Quentin Tarantino, es la marcada dualidad creativa, que a veces termina por cargarse más de un solo lado, en la que se retroalimentan y retan constantemente el espíritu del cinéfilo y el afán del cineasta. Es de la convivencia de estos rasgos de su personalidad, que su obsesión por las referencias, las charlas aparentemente triviales pero ingeniosas y envolventes, la violencia estilizada y el humor negro cobran sentido dentro de un universo de juegos narrativos donde las secuencias, en muchas ocasiones son armadas con base en composiciones musicales que en su conjunto, han llegado a ser consideradas como parte de un estilo único.

Todo lo anterior es lo que volvemos a encontrar en Había una vez… en Hollywood, con la diferencia de que, esta ocasión, el equilibro entre el cinético y cineasta pareciera haberse vuelto un tanto rutinario, aunque es pleno y efectivo para impulsar el relato.

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Esta vez, el regodeo del que muchas veces hace gala él también director de la estupenda Pulp Fiction, alarga innecesariamente secuencias que terminan aplanando el desarrollo, diluyendo la irreverencia orgánica que solía acompañarle, dejando que algunas líneas argumentales, alrededor de las cuales se sustenta la vuelta de tuerca principal, se queden en lo meramente anecdótico.

Tal es el caso de la historia de Sharon Tate —encarnada por Margot Robbie—, la esposa embarazada de Roman Polanski, cuyo asesinato en manos de los seguidores de Charles Manson se plantea como el siniestro marco para la línea principal, que de ser el resorte para mantener la expectativa, pasa por lo intrascendente y llega a lo prescindible, entregando poco a nada realmente memorable, más allá de algunas curiosidades y escenas sueltas, como aquella que involucra al legendario Bruce Lee, que bien podrían funcionar por sí sola, como sucede con la trama principal.

Es de ésta que surgen las escenas sorprendentes y los diálogos incisivos llenos de implicaciones, que ironizan y reflexionan sobre el cine y la época de finales de los 60; vía la complicidad entre un actor que enfrenta el encasillamiento y su doble de acción, cuyas referencias le cierran las puertas laborales —interpretados por Leonardo DiCarpio y Brad Pitt respectivamente— quienes deambulan entre el homenaje y la autoparodia, con un encanto y brutalidad innegable.

El Dato: La cinta hace referencia a producciones de la época como 2001: Odisea en el espacio, El sargento, Teen-age monster, Romeo y Julieta y Dulce caridad.

Así, la que representa la novena película de Quentin Tarantino —y quizás la penúltima, pues ha repetido una y otra vez que habrá de retirarse después de completar la docena de ellas—, pese a que no se trata de lo mejor que nos ha entregado, sigue estando por encima del promedio de lo que llega a la cartelera y tiene los suficientes elementos para dejar satisfechos a sus fans, incluida una conclusión que refrenda los atrevimientos de los que sabemos que es capaz y se agradece que lleve hasta sus últimas consecuencias.

Había una vez… en Hollywood es uno de los estrenos obligados para cualquier cinéfilo que se precie de serlo.

Reparto

Leonardo DiCaprio: Rick Dalton, un actor que lucha por mantenerse vigente.

Brad Pitt: Cliff Booth, doble de riesgo y amigo cercano de Rick.

Margot Robbie: Sharon Tate: actriz y esposa del cineasta Roman Polanski.

Damon Herriman: Charles Manson, líder espiritual de La familia.

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