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Un violento y crudo regreso al cine

Por:
  • jesus_chavarria

Muy pocas veces se ha realizado un acercamiento fílmico tan íntimo y bien estructurado a un personaje salido del mundo de los cómics de superhéroes; y mucho menos a un villano. Guasón (Joker) lo hace apuntándose en la línea de aquellas propuestas que sentaron las bases para lo que hoy es el boom de este tipo de cine, ya sea las franquicias X Men, de Bryan Singer; o Spiderman, de Sam Raimi; las mismas que, salvo en contadas excepciones como con la estupenda Logan o el Batman de Christopher Nolan, ya no se realizan.

En está ocasión, en la cinta, a través de secuencias que oscilan entre el drama descarnado y la ironía urbana que se alimenta del patetismo, Todd Phillips se concentra en ir diseccionando la patología de un ser que habrá de convertirse en la encarnación del lado más retorcido de la sociedad.

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Dicho aspecto se gesta entre las infecciosas extrañas de la orfandad. La violencia que elige el Guasón en este filme tiene mayor presencia como única forma de asimilar su entorno.

Para aquellos iniciados en el universo de las viñetas resultará muy obvio que el guion es una exposición del origen de la teoría que el personaje intentó demostrar de manera fallida en Killing Joke, de Alan Moore, la cual plantea que a cualquier persona “le basta tener un mal día” para convertirse en

alguien como él.

Este filme también destaca lo febril del desarrollo que obedece a una retorcida teatralidad y va entregando atmósferas de melancolía enfermiza. Todo dentro de un contexto muy similar al de las grandes ciudades estadounidenses de los tiempos de la Gran Depresión.

A través de pequeños guiños nos refiere a los años 80, en un ejercicio de anacronismo estilizado que se refuerza con transiciones y musicalización muy al estilo de las películas de los 50, otorgándole a Ciudad Gótica un mustio protagonismo, manteniendo así uno de los tradicionales rasgos que definen el concepto al que el protagonista inevitablemente pertenece, el de Batman.

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Con respecto a esto último existen claras referencias, las cuales sirven para darle una efectiva vuelta al planteamiento de que, usualmente son los superhéroes los quienes motivan la aparición de sus dementes y peligrosos enemigos, convirtiendo así la película en lo que podría ser un preludio ideal para la llegada de la próxima aventura del Hombre Murciélago en la pantalla grande; aunque hasta ahora esto se ha negado.

Por supuesto, no se puede dejar de mencionar el desempeño de Joaquin Phoenix, quien teje a la perfección la naturaleza atormentada detrás de las carcajadas de este Joker. Ofrece una interpretación de apabullante organicidad.

Todo el asunto se sostiene sobre una anécdota en general algo básica. Ciertos excesos le hacen rayar peligrosamente la delgada línea que le separa de la frivolidad; sin embargo, son las implicaciones que acompañan al relato, entre ellas la doble moral, la indiferencia asumida y las consecuencias del circo mediático, lo que terminan de dimensionar un acertado ejemplo de lo que sucede cuando un director toma este tipo de personajes, para sacarlos de las fórmulas gastadas y proponer algo con ellos.

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