Multiplicación de gobiernos estilo Trump amenaza equilibrios y alianzas globales
Con el posible ascenso de Boris Johnson en Gran Bretaña, el controvertido y excéntrico político ya apodado el Trump británico, por sus afinidades ideológicas con el presidente de EU, un frente de gobiernos nacionalistas se agrupa en Europa, y en algunas otras latitudes, para desmantelar el principio de integración de las naciones y el multilateralismo global, con un fuerte sentimiento xenofóbico y proteccionista, que pone al mundo en un escenario con similitudes notables al contexto que dio pie al gran conflicto mundial de la década de 1940, con regímenes totalitarios.
En aquellos años de efervescencia geopolítica, Adolfo Hitler, en Alemania; Francisco Franco, en España, y Benito Mussolini, en Italia, por mencionar a los más icónicos, llegaron al poder encumbrados por su manera de responder a la grave debacle económica que llevó a la miseria a millones, derivado del castigo que los ganadores de la Primera Guerra Mundial impusieron al eje derrotado, sometido a pagar las reparaciones del conflicto.
Todos ellos se caracterizaron por enaltecer sentimientos nacionalistas que, entre otras consecuencias, llevaron al encierro de millones en campos de concentración, tortura y muerte, sólo por no responder a un ideal racial o de pensamiento. Todos ellos lograron conquistar a las masas con discursos carismáticos que supieron sembrar el odio.
Más de 70 años después, una nueva generación de líderes, que alcanzaron el poder a través de procesos democráticos, hacen esfuerzos por reformar las leyes bajo estos mismos principios, que, a veces, aunque menos exacerbados que en la era de los regímenes totalitarios, parecen poner al planeta en una especie de dejavú. ¿Se repite la historia? ¿Estamos ante una especie de reedición de aquellos gobiernos que dieron pie a la Guerra Mundial?
El político e historiador Armando Chaguaceda descarta que la humanidad tenga que ser testigo de una réplica de ese contexto, pues si bien existen similitudes, los fenómenos actuales que dieron paso a gobiernos como el de Donald Trump, en Estados Unidos; Víctor Orban, en Hungría, o Jair Bolsonaro, en Brasil, poseen características únicas.
“No es el mismo contexto. Ahora hay una crisis de formas del capitalismo liberal pero no hay un contexto igual en términos económicos” que profundizó el avance del totalitarismo, señaló en entrevista el también columnista en La Razón.
Para Chaguaceda, la gran depresión de 1929 favoreció al éxito de las estructuras nacionalistas, en contraste con el contexto actual, en el que la crisis no es grave en términos económicos; pero destaca los puntos en común: dos épocas marcadas por la inclinación “a liderazgos fuertes, personalistas, la apelación al pueblo como categoría social y política y un discurso muy antiestablishment”, que anima a una buena parte de la población.
"Son momentos diferentes pero parece que se repiten, parece que no aprendemos, que las figuras tan peligrosas sean las que lleguen al poder y agrupen a mucha gente con sus discursos”
Elvira Hernández Carballido
Investigadora en comunicación y género por la Universidad Autónoma de Hidalgo
La coyuntura de crisis es un factor que une a los dos momentos históricos, desde el punto de vista de Montserrat Salomón, académica de la Universidad Panamericana.
“Ese tipo de gobiernos guardan similitudes, no sólo en la derecha o en la izquierda, sino en cualquier signo político”. Los regímenes totalitarios, como los gobiernos nacionalistas actuales obedecen a “una coyuntura de crisis mundial”.
Se dan cuando “las sociedades se vienen recuperando de golpes fuertes y al final son momentos en los que la política se vuelve mercadológica, más que una idea clara se vuelen personajes, líderes carismáticos que más que tener una plataforma prenden mucho emotivamente”.
La propaganda del partido Nazi, y aún más de su líder, Adolfo Hitler, tuvo gran repercusión en los alemanes en la primera mitad del siglo XX, quienes se sintieron conmocionados por el deseo de resurgir de las cenizas como una potencia mundial, una necesidad de reivindicación urgente tras la vergüenza del Tratado de Versalles, que puso a Berlín como principal responsable de la Primera Guerra Mundial, y por la que debía pagar todos los daños y perjuicios.
En la era actual, Donald Trump, quien si bien no cuenta con el apoyo de todos los estadounidenses, ha intensificado en sus discursos la idea de hacer que “Estados Unidos sea grande de nuevo”, lo que implica que el país funcione sólo para los ciudadanos legales y “legítimos” de la nación más poderosa del mundo. Sólo para ellos, los empleos, sólo para ellos los beneficios del desarrollo que, según la perspectiva del magnate, han sido erróneamente dados a la comunidad de inmigrantes.
Salomón recuerda que en estos discursos es más fácil exacerbar los sentimientos negativos: “establecer a un enemigo”, como el caso de los inmigrantes, “sirve para aglutinar a una base” electoral.
“Es muy fácil decir que la crisis de empleo, de la industria, se debe a los migrantes. Es muy fácil emocionar a las masas diciendo ‘vamos a rescatar lo nuestro, que las cosas sean para nosotros’. Se vuelve una dialéctica de nosotros y el otro”, advierte la especialista en filosofía política.
En este sentido coincide Elvira Hernández Carballido, investigadora de la Universidad Autónoma del Estado de Hidalgo (UAEH). “Estas personalidades son impactantes, tienen un poder en su discurso, en la manera de expresarlo. Te hacen sentir miedo, te hacen sentir que tienes que cuidarte de los otros”.
La investigadora en comunicación y género de la UAEH advierte que es una constante que las personas estén tan alejadas de los contextos históricos, “por eso repetimos”.
“Son momentos diferentes pero parece que se repiten, parece que no aprendemos, que las figuras tan peligrosas sean las que lleguen al poder y agrupen a mucha gente con sus discursos y sus actiutudes. Estas figuras se asemejan al peligro”.
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