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Paradigmas

Por:
  • armando_chaguaceda

En la Modernidad occidental —desde cuyas coordenadas aún debatimos— liberalismo y socialismo constituyen los paradigmas principales de la teoría y praxis políticas. Nada les compite. Bien sea por su constitución a partir de ejes particulares —confesionales como las ideologías y formaciones de corte religioso, identitarios como ciertos movimientos sociales— o por su ausencia de propuestas sustantivas en varios terrenos —entre éstos el económico— otras perspectivas están a años luz de la vocación y capacidad omniabarcante del liberalismo y el socialismo.

No se trataría de un déficit teórico sino ontológico: sólo el liberalismo y el socialismo han podido constituirse, simultáneamente, en tanto escuelas de pensamiento, movimientos políticos, regímenes específicos y cosmovisiones totalizadoras. Acaso el ecologismo, en su multiplicidad de enfoques, adquiera en un futuro cercano un estatus similar, a partir de la profusión de problemas y soluciones ligados a la relación Hombre-Naturaleza. Pero, por el momento, liberalismo y socialismo mantienen el pulso como interpelaciones dominantes de la Modernidad occidental. Y, dado el rol (aún) jugado por Occidente en la política y economía mundiales, ambas perspectivas han devenido en un marco global para repensar el orden y el cambio en nuestras sociedades.

El liberalismo siempre fue intrínsecamente plural y conflictivo. Desde el siglo XIX, en el centro como en la periferia, sostuvo una dualidad de móviles y horizontes fundamentales. Por un lado, se trataba de comprender al individuo como alguien que para ser necesitaba tener; de ahí que la defensa, búsqueda, goce y expansión de la propiedad privada constituyesen un eje central del discurso liberal. Por el otro, consagró la defensa de un conjunto de libertades y derechos básicos, ampliados incesantemente por los reclamos y aportes de nuevas generaciones de luchadores.

Los socialistas también han sufrido la escisión, desde temprano, entre posturas tendientes a la reforma más o menos incluyente sostenible del orden social y subversiones autoritarias del mismo. La dispu-

ta entre diversos tipos de socialismo democrático y libertario, de un lado, con autocracias dirigidas por una vanguardia militarizada, dejando su trágica huella en las personas e ideas de las izquierdas del siglo XX y lo que va del XXI.

La defensa de la propiedad privada por el liberalismo oligárquico consagra las asimetrías capitalistas. El socialismo, con su énfasis en la igualdad sustantiva, vino a corregir ese reduccionismo. La defensa liberaldemocrática de la ciudadanía frente al despotismo de los gobernantes hace posible la emancipación política. Sin ella cual la emancipación social, pensada por el socialismo, sería irrealizable. Una humanidad justa y libre necesita los aportes de ambas perspectivas.