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El Duende

Premios y castigos

DESDE LAS CLOACAS

El Duende
Por:

Mi abuela Dondinéa me contó alguna vez de un mandatario al que le incomodaban los medios de comunicación y les cortó el suministro de papel para que no pudieran imprimir los periódicos. También me contó de gobiernos que, a través de páginas de Internet piratas, repartían dinero a reporteros cercanos al Ejecutivo federal con el pretexto de comprar publicidad.

Un día, sentado en sus piernas, me relató la historia de cómo el poder y algunos periodistas, o mejor dicho “pseudoperiodistas”, diseñaban la forma en que mejor se daría a conocer cierta noticia.

En otra ocasión la escuché platicar de viajes, propiedades y sobres amarillos con los que el poder se ganaba a ciertos medios.

Luego crecí, cumplí 100, 200, 300 y más años y un día en alguna conferencia matutina con el Presidente, fui testigo —con vergüenza— de cómo una periodista pedía dinero para su portal de Internet en cadena nacional.

Después y siguiendo este ejemplo, otros reporteros se sumaron a esta petición de dinero público para financiar portales que nadie conoce. Asumiéndose incluso como autores de un triunfo electoral y persignándose bajo el estandarte de las “benditas redes sociales”.

Todo esto que les platico hubiera quedado en una mera anécdota, en una fábula como las que me contaba mi abuela cuando era pequeño; sin embargo, pasó en la vida real. Una de esas periodistas fue premiada a la cabeza de un consulado en Turquía.

No soy el único sorprendido. Dentro y fuera del Gobierno, los premios que ha empezado a repartir el Gobierno a periodistas cómodos están causando conmoción.

El mensaje está muy claro, la designación de Isabel Arvide al frente del Consulado Mexicano en Turquía lo exhibe así y deja patente que no se necesita experiencia diplomática o años en el servicio público.

Ser afín a las ideas del Gobierno y no cuestionar las decisiones de la actual administración parece ser la moneda de cambio para obtener un cargo de esa investidura, en donde los blasones y las credenciales para asumirlo son cosas del pasado.

En un país donde incomoda la crítica y los contrapesos, hay a quienes escribir un libro y ser aliados de la actual administración les bastó para obtener un consulado.

Así las cosas.