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Morena, cuando el futuro los alcance

QUEBRADERO

Javier Solórzano ZinserLa Razón de México
Por:

Pase lo que pase el 6 de junio, Morena está obligado al menos a una profunda autocrítica. Es necesario hacerlo particularmente cuando su tótem deje de ser el fiel de la balanza, quiérase o no la fecha llegará.

Está en rumbo de ganar las elecciones en buena medida porque más que tener virtudes, tiene de su lado los muchos defectos que no dejan de asomársele a la oposición.

El tono eufórico de sus dirigentes, con dosis de soberbia y prepotencia, no necesariamente va aparejado con la dinámica de Morena. Al partido le va bien hasta ahora porque sigue teniendo en el Presidente su factor, su referente y su tablita de salvación. Cada vez que se ven abrumados por situaciones apremiantes, las cuales se le van sumando, invocan a ysq como solución.

Los contenidos propagandísticos de sus campañas lo confirman. Si bien no pueden referirse directamente al Presidente por ley, sí lo hacen a través de un concepto que han convertido inteligentemente en un código, el multicitado y afamado “ya saben quién”.

Mientras el Presidente mantenga altos niveles de popularidad y siga siendo el referente de la esperanza de millones de personas, independientemente de la evaluación desigual de su gobierno, Morena tendrá a la mano la posibilidad del triunfo por más que sus candidatas y candidatos sean en muchos casos, como se está viendo, impresentables.

Morena está viendo el presente y el futuro sin darse cuenta que el entorno está cambiando de manera paulatina, pero firme. No se está dando cuenta que la polarización va a terminar por repercutir en el 2024, porque si el Gobierno no ofrece resultados concretos, el Presidente y su partido serán señalados y también castigados.

En la euforia, Morena va acumulando problemas que quizá hoy no parecieran afectarle en el mediano plazo. Muchas de las cosas que se están viviendo no le van a pasar de largo a una sociedad que está cada vez más atenta.

Otro de los componentes del actual estado de las cosas tiene que ver con la oposición. De este tema se ha hablado mucho, lo que queda claro es que hay que esperar el resultado. Va de nuevo, las encuestas pintan escenarios positivos para Morena, pero estamos en medio de una gran cantidad de inéditos y de incógnitas que no tienen lógica de movimiento.

Si a la oposición le va medianamente bien electoralmente por sus alianzas, algunas de ellas inexplicables, o por el hartazgo que se va sumando, Morena tendrá que verse con mayor razón al interior. Su reto será cómo hacerlo cuando empiezan a existir evidencias de divisiones internas; el propio Presidente ha hecho referencia a ello con su expresión de “¡ay se ven!”.

El tema central para Morena es cómo conformarse como partido de presente y futuro, tomando en cuenta que la vida política de quien hoy es Presidente es finita, por más que a algunos les dé por hacerla o verla eterna.

Pero también tienen que considerar que están entrando en los terrenos en que los ciudadanos empiezan a pasar la cuenta, lo hacen ya con el Presidente y lo van a hacer con los legisladores y los gobernadores.

Morena no puede seguir confiando en la ausencia y las torpezas de la oposición. Tarde que temprano se irán configurando movimientos sociales, algunos hoy en ciernes, que se plantarán frente a los morenistas para convertirse en una representativa oposición.

Fuere cual fuere el resultado del 6 de junio, Morena está en una disyuntiva en la que si no se da cuenta que no tiene asegurado el futuro, se le va a venir encima la casa; le anda ganando la soberbia. 

RESQUICIOS.

Así estuvo. “Vamos a taparle la boca a los reporteros. Ponen en riesgo al Presidente. Lamento que una frase coloquial que expresé esta mañana se confunda con un llamado a la censura. Nada más alejado de mis convicciones que eso. Mi respeto incondicional a los periodistas es absoluto. Ofrezco una sincera disculpa por ello”, Julio Scherer Ibarra.