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Valeria Villa

Crisis de energía

LA VIDA DE LAS EMOCIONES

Valeria Villa 
*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
Por:

Uno de los síntomas colectivos que más nos hace sufrir es la falta de energía. Los últimos tiempos siguen siendo los tiempos del Covid-19 aunque estemos hartos y queramos pasar la página. Quejarse de tener poca energía parece casi una frivolidad frente a los cinco millones de muertes a nivel global. Pero no es poca cosa sentir que falla la energía para salir de la cama y enfrentar el día. El agotamiento es la enfermedad “benigna” de este final de año, si la comparamos con las altas tasas de ansiedad y depresión clínicas que se dispararon por el encierro, la pérdida de contacto humano, el miedo al contagio y a la muerte. Nick Paumgarten escribió un ensayo sobre la energía: qué es, cómo se produce, qué la estorba, cómo se mide y por qué es indispensable para la vida (https://www.newyorker.com/magazine/2021/11/08/energy-and-how-to-get-it). El ensayo aborda varias perspectivas. Una de las más interesantes tiene que ver con los procesos metabólicos que en silencio rigen nuestra vida. Es probable que en muchos casos, la falta de energía no esté asociada a un estado depresivo y sí a un pico de glucosa durante el día derivado de malos hábitos de alimentación. El estrés, la falta de sueño el abuso de antibióticos y otros fármacos, la fructosa y la falta de sol, son estorbos para el proceso por el cual las células transportan energía al organismo. Es importante considerar el nivel biológico y químico de lo que llamamos energía, sobre todo cuando tendemos a interpretar y a explicar nuestra baja energía como desmotivación o falta de ímpetu o le llamamos rumiación y procrastinación a la falta de disciplina y vitalidad que parecen tener los otros que siempre hacen más cosas que nosotros, de lo cual nos enteramos en sus historias de Instagram que parecen maratones de trabajo, fiestas y proyectos productivos.

La energía también es algo que se proyecta al exterior y se percibe por los demás. Le llamamos vigor, carisma, aura, temperamento. Tiene una parte heredada y otra producto de la crianza. Los estudiosos de la energía dicen que esta “aura” puede ser la suma de tener buena piel, buenos dientes, cabello, postura y buena salud en general. También puede sumar la bondad, la generosidad, el sentido del humor y la capacidad para hacer que otros se sientan bien consigo mismos. Paumgarten incluye en su ensayo “ideas pseudocientíficas”, en las que incluye las del filósofo francés Henry Bergson, que describió un elan vital (fuerza vital) que permite la conciencia y la evolución. Shopenhauer la definió como voluntad de vivir y Freud le llamó libido. La enfermedad que causa la baja de energía se llamó neurastenia, poco antes de que Freud publicara sus primeros trabajos. Dolores de cabeza, fatiga e impotencia eran el resultado del nerviosismo americano, según el neurólogo George Miller Beard.

El 95 por ciento de la hormona del crecimiento ocurre durante el sueño profundo. Esta hormona se encarga de reparar nuestro cuerpo. Por eso, a veces la falta de energía se deriva de un trastorno del sueño. El insomnio fue otro de los síntomas colectivos dominantes de la pandemia eterna. El agotamiento del cuerpo no es una metáfora sino una descripción precisa de lo que nos ha estado pasando. Sabemos también que el estilo de vida y la dieta occidental han provocado desequilibrios de los niveles de azúcar en la sangre que son la causa de la mayoría de los procesos inflamatorios y las enfermedades crónicas. La variación en los niveles de glucosa se puede relacionar con la variabilidad subjetiva de nuestro estado de ánimo. Mientras más altos los niveles de glucosa en sangre, menos la energía percibida, menos capacidad cognitiva, peor estado anímico.

Los ideales de la posmodernidad son de alta demanda y cobran la factura en la vida psíquica: esperamos demasiado de nosotros mismos, tenemos altas expectativas y casi nunca podemos cumplirlas porque no tenemos la energía que se necesita. Esta crisis de energía puede tener orígenes metabólicos en mucho mayor proporción de lo que habíamos pensado y puede ser un indicador de enfermedad colectiva. El ensayo de Paumgarten resulta relevante, especialmente para los profesionales de la salud mental, que a veces nos tardamos demasiado tiempo en decir: ¿Por qué no vas al doctor?