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Pasar de candidato y activista a Presidente

Por:
  • javier_solorzano_zinser

El consenso que logró López Obrador con su inobjetable triunfo anda, para decirlo de manera doméstica, pasando aceite entre algunos sectores de la sociedad.

El Presidente electo lo debe saber y suponemos que lo considera. Algo que quizá no contempló es que el Presidente Peña Nieto le fuera a dejar la plaza vacía, lo que le ha permitido moverse como si ya fuera Presidente en funciones.

La cuestión ahora es cómo le va a hacer para cohesionar a una sociedad a la cual se le van viendo brechas y nuevos enconos.

En función de lo que dijo en campaña, a lo que se suma lo que ha expresado a lo largo de años, se tiene que reconocer que López Obrador no ha engañado a nadie; ha hecho lo que prometió y dijo.

El caso de la cancelación del NAIM, más la próxima derogación de la “mal llamada” Reforma Educativa, son dos ejemplos de lo mucho que nos espera. No debe haber sorpresas, quizá la verdadera sorpresa es que esté pasando lo que claramente se dijo que iba a pasar, lo que se puede deber a que no se creyó lo que prometió.

Una cosa es que el voto de algunos ciudadanos haya sido emitido con el objetivo de sacar a como diera lugar a quienes están a nada de irse, y otra que se haya considerado lo que López Obrador estaba proponiendo.

Quienes cuestionan a López Obrador es porque quieren ver a un Presidente electo que imaginaban; no hay, reiteramos, engaño alguno. Quienes se engañaron o que hoy se preguntan el porqué de lo que está pasando, más bien fue por como lo quieren ver y no por como es.

Sin embargo, todo indica que a pesar de esto, no había forma de vencer a López Obrador bajo las condiciones en las que está el país. Quizá algunos ahora se hubieran pensado su voto, pero queda claro que además de que conforman una minoría en esto, ya no hay camino de regreso.

El tabasqueño tuvo en el voto de los sectores populares, el de los jóvenes y el de ciertos ámbitos de la clase media, los ejes que le dieron su avasallador triunfo.

De manera colateral, muchos ciudadanos se unieron con su voto a López Obrador como una manera de manifestar su hartazgo, fue el medio para expresarse. No necesariamente fue un voto razonado por un candidato, fue más bien el voto contra otros candidatos y lo que representan. Fue el sufragio del “los que están ya váyanse”.

En medio de estos nuevos escenarios, con tintes de inéditos, veremos muy pronto qué es lo que va a hacer López Obrador ya como Presidente en funciones, cómo va a gobernar para todos y no sólo para sus furibundos y apasionados seguidores.

Las redes han evidenciado desde hace algunos meses la presencia de un clima postelectoral que ya no le es tan favorable a López Obrador. Como hemos venido observando, no todas las críticas merecen el calificativo de fifí y similares.

A partir del 1 de diciembre López Obrador deberá gobernar para todos, entre quienes están los que no votaron por él y que en caso de que lo hayan hecho, le están manifestando distancia, junto con cuestionamientos personales del sentido que le dieron a su voto.

Si este clima prevalece, lo que viene puede ser de alto riesgo. Pueden acentuarse las divisiones y las brechas, lo que derivaría en confrontaciones, y también en la construcción de más estigmas sociales, de hecho ya los hay, lo que provocaría todo tipo de riesgos.

No se le puede pedir a López Obrador que cambie. La razón por la cual le votaron la mayoría de los ciudadanos fue por lo que prometió, por lo que dice y quizá también por la forma en que ve al país.

Sin embargo, no todos votaron por él. Debe gobernar para todos y atemperar los caldeados ánimos.

Debe empezar a ser Presidente y dejar de ser candidato y activista.

RESQUICIOS.

Como sea, menos mal que ya se decidió lo del aeropuerto aunque haya sido a la manera de ya saben quién. No hay día en que no se presente una nueva investigación en la que nos aseguren que “ésta sí es la mera mera”. El señor Riobóo ya hasta le pega a Mitre; y lo que nos falta por ver.