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Un año de palabras y hechos

Por:
  • Carlos Urdiales

El sexenio comenzó el 1 de diciembre, la 4T manda a partir del 1 de julio. Un año de ejercer el poder desde la garganta, régimen construido a base de palabras, desde la prédica mañanera hasta la arenga de tardes y fines de semana.

El lunes se cumple un año del triunfo de Andrés Manuel López Obrador, de la victoria de millones que dejaron el miedo al cambio, atrás. De generaciones que apostaron a la ruptura del statu quo para poder construir una patria nueva, más justa, igualitaria y promisoria. Nuevo contrato social para que los menos no valgan más y los más, no los hagan menos. Hace un año México cambió.

La narrativa de la 4T ha sido rica desde hace un año; sus palabras han fustigado a los corruptos que se fueron, pero en los hechos, a nadie se ha castigado. El neoliberalismo comenzó a morir hace un año, al menos de palabra. En la realidad, la cruzada por la austeridad provoca recortes y despidos igual o peor que en la era tecnócrata más recalcitrante.

De palabra se canceló la construcción del nuevo aeropuerto en Texcoco, de palabra la base militar aérea de Santa Lucía será nuevo aeródromo, de palabra el derroche y la frivolidad que Texcoco encarnaba, se acabaron. En los hechos hay 147 amparos en contra de la cancelación y destrucción de lo construido.

Ayer cayó la quinta suspensión definitiva en contra de la obra en Santa Lucía. De palabra, ayer la Semarnat debía entregar la Manifestación de Impacto Ambiental, en los hechos, la dependencia pidió más tiempo.

De palabra, el Tren Maya traerá prosperidad a la península de Yucatán, proyecto que, por la palabra presidencial, no está en la SCT sino en Fonatur, proyecto ferroviario al que ya se le recortaron 55 kilómetros de su trazado original para ahorrar desde antes de comenzar. De palabra, la infraestructura tiene todo, en los hechos le faltan dictámenes ambientales, arqueológicos, ejidales y de sustentabilidad financiera.

A un año de ejercer el poder, la palabra de la 4T ha cambiado de tono en el tema migratorio, los brazos abiertos se transformaron en Guardia Nacional, la amenaza de Estados Unidos transformó la palabra soberanía en colaboración, la de igualdad en cooperación, la de ayuda en control. De palabra, México es nación hospitalaria, en los hechos somos territorio hostil para el migrante.

La palabra estimula, los hechos preocupan. Desde hace un año, Andrés Manuel López Obrador empeñó su palabra para que, por el bien de todos, los pobres fueran primero. A un año de poder y a siete meses de gobierno, los productores de Guerrero bloquean caminos, retienen a policías y marinos reclamando fertilizantes que no les llegan por la poda de procesos heredados y por tanto, potencialmente corruptores de todo. La época de lluvia y siembra avanza y los campesinos guerrerenses trinan por lo básico. De palabra, les prometen resolver todo antes del 15 de julio.

Desde la palabra oficial, la 4T significa reconciliación y unidad. En los hechos, este domingo una nueva marcha anti-AMLO busca ganar volumen. En contraste, el lunes todo el Zócalo será fiesta, bailongo gratuito, pero no de todos. Sectaria autocelebración que, de palabra, incluirá a todos.

De palabra, las campañas quedaron atrás, los rencores y agravios también. En los hechos, la iniciativa privada mantiene abiertos frentes académicos, jurídicos y mediáticos como francos adversarios a la 4T que le corresponde a plenitud, con lo mismo y más, gracias a su ahora sí, real capacidad para castigar o premiar, para vetar o invitar, para denostar desde la mañanera un día sí y otro también.

Las palabras del Presidente se repiten, se gritan, se articulan en secuencias idénticas según tema y escenario, predecibles, insistentes y consistentes. En los hechos, el Presidente desconcierta, engaña, cambia según escenario y contexto, provoca incertidumbre, exacerba ánimos y polariza a chairos y fifís.

Celebrar con las mismas palabras de siempre un año desde el triunfo en las urnas, debe propiciar empeños mayores, empatar palabras con hechos, evolucionar en los temas y en sus palabras, apostar por construir su régimen sin arrasar instituciones de todos. Armonizar su ejercicio del poder.