Valeria López Vela

Columbia: problema que se soslaya, estalla

ACORDES INTERNACIONALES

*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
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El 7 de octubre de 2023 volvieron a resquebrajarse los pilares de la civilización. El ataque realizado por el grupo terrorista Hamas en contra de ciudadanos israelíes —no todos ellos de religión judía— rebasó los límites de la crueldad.

La guerra que siguió, con los muertos que conlleva, así como la rotunda negativa de devolver a los rehenes, la propaganda, la desinformación y las acusaciones falsas creó un ambiente de polarización que no contribuyó, en nada, a remediar el problema.

En ese contexto, en varias universidades estadounidenses hubo manifestaciones de apoyo hacia el pueblo palestino, llamados a la paz y discusiones sobre los alcances del Derecho internacional vigente y la política de Netanyahu. Y, no podía ser de otra forma, pues las universidades son por definición el lugar de las razones, de las discusiones, de las disputas para tratar de encontrar acuerdos, salidas y soluciones. Sin embargo, también hubo expresiones antisemitas: discursos de odio, acoso a estudiantes, abucheo a oradores, obstrucción de los pasillos públicos y cantos de consignas genocidas.

Los rectores se vieron rebasados. Las primeras en ser llamadas a rendir cuentas, por la Cámara de Representantes, fueron las presidentas de Harvard, de la Universidad de Pensilvania y el MIT; dos de ellas presentaron su renuncia, tras los tropiezos de sus declaraciones y la falta de pericia al enfrentar el fenómeno.

Desde entonces, sabíamos que la situación en la Universidad de Columbia era delicada. Que los actos de intolerancia se multiplicaban y que era necesario establecer reglas de diálogo razonable, respetuoso y tolerante para encontrar acuerdos mínimos de convivencia entre los miembros de la comunidad; todo ello, con irrestricto respeto a su religión y a sus posiciones políticas.

Sin embargo, en una extrapolación de la libertad de expresión, los grupos extremistas encontraron la fisura para sacar el respeto por la dignidad humana del campus y amedrentar lo mismo a estudiantes que a alumnos. La escalada continuó hasta que la Policía detuvo a algunos estudiantes —hasta el momento de escribir esta columna, había 120 detenidos— y las clases presenciales se cancelaron por el resto del semestre; las labores académicas continuarán en línea.

Voltear hacia otro lado, hacerse de la vista gorda, fingir que no hay un problema en donde lo hay, abre la puerta a la judicialización y al escarnio. Las presidentas se equivocaron cuando siguieron las indicaciones de los administradores y los abogados, olvidando escuchar a la comunidad y pensar en los valores que los guían.

El problema de dirigir con los criterios de la burocracia, como señaló Hannah Arendt, es que promueven el conformismo y la mediocridad, pues tienden a seguir reglas y procedimientos de forma acrítica, sin considerar las implicaciones éticas de sus decisiones. Esto, disminuye la humanidad y compromete la dignidad. Y cualquier rector, presidente, director general, que pierda de vista esto debe ser removido.