a

PATERNIDAD NO EJERCIDA…PATERNIDAD PERDIDA

Paternidad no ejercidaFoto: Especial
Por:

Era una ventana breve pero, mientras el maestro no se diera cuenta de que sus clases eran obsoletas en la modalidad a distancia, él podría subir su promedio al usar los buscadores para responder lo que ingenuamente preguntaba como si estuviera en un aula física donde era el poseedor del espacio, del tiempo y del conocimiento, en cambio a distancia, era un arcaísmo, ese poderoso ser que dominaba su área de 8x8 estaba sudorosamente aterrado ante una cámara en la que sabía que podía ser comparado, analizado, grabado o, lo peor de todo, olímpicamente ignorado y, aún así, se empeñaba en hacer lo que antes funcionaba pero, ahora no.

“Saquen una hoja en blanco... o escriban en su pantalla” ¿En serio? CtrlC, CtrlV, modificaba algunas palabras, hacía unos cambios en la redacción, cambiaba la fuente, omitía párrafos innecesarios, adicionaba una o dos faltas de ortografía para darle mayor credibilidad y listo, lo dejaba en el procesador el tiempo que me hubiera tomado “escribirlo” según sus estándares y lo enviaba al correo del maestro y, para darle un poco más de tensión al asunto, usaba esa misma cuenta amablemente proporcionada para suscribirlo a cuanta tienda y distribución de catálogo en línea que encontrara, mi correo con la tarea se perdía entre las de mis compañeros y toneladas de basura digital.

Si no modificaba pronto, estaría de lo más sencillo el semestre, el celular en la mano era la ganzúa, la lap la puerta y el maestro era, al menos en este momento, un guardián que parecía papar moscas en lugar de vigilar el horizonte.

Otra ventaja era poder apagar la cámara y prender un cigarrillo, las volutas de humo rebotaban sobre la imagen ampliada de la chica que le gustaba que observaba atenta la pantalla mientras, creaba la fantasía de que era a él a quien sus ojos le prestaban atención.

El maestro empezó eso y fue el acabose, era irónico verlo hacer eso pero, más allá de la deliciosa ironía del choque generacional, era el momento en que podía ir por un refresco de cola y prepararse un sándwich, caray, hubiera sido más fácil que mandara el link. En fin, daba igual, al pasar por la sala, vio a su hermanito “tomando clase” frente a la tele, dormía plácidamente sin que ninguno de los presentadores supiera siquiera que uno de sus “alumnos” dormía en plena lección. Estuvo a punto de despertarlo pero, con pandemia o sin pandemia, siempre habría alguno que dormiría.

Eso de estar a distancia era la utilización de habilidades adquiridas en contra de los deseos de las instituciones educativas, el uso del celular, los videos, los chats y todo aquello que llamaban distractores, eran herramientas que nunca fueron usadas como tales, y ahora el sistema educativo era como si un leñador quisiera ser ebanista, ambos trabajaban con madera pero, para nada era lo mismo.

Ningún maestro entendía que la atención es de solo siete minutos, después de eso, tu cerebro simplemente manda a volar todo y decide que la manchita en el techo es un universo diminuto donde existen pulgas radioactivas en conflicto aeroespacial con las hormigas. Después de siete minutos dejé de prestar atención hasta del rostro de mi amor platónico, así que, apagué de nueva cuenta la cámara y el micrófono y me puse a fumar en el balcón. Las calles estaban llenas, parecía que la pandemia era un recuerdo, un mal trago pero no, los contagios seguían aunque las pruebas eran menos, los muertos seguían pero, ya nadie les prestaba atención a los números, solo a los que rozaban cerca, ya nadie hablaba de hospitales, era casi como cerrar los ojos para que el monstruo bajo la cama no asome las garras.

Sin embargo, la comunicación a distancia si era una maravilla, eran sus tiempos, sus formas, y seguramente se adaptarían pronto y quizá, empezaran a pulir las habilidades en lugar de llenarlos de contenidos de utilidad efímera. Ojalá.

Cerró la lap, ni siquiera cerró cesión, que más daba, “tiene falta Ortiz”, “el vecino cambió la contraseña del wifi profe”. Qué más daba, la evolución social había tenido un retroceso de décadas pero, además, había vuelto infranqueable la brecha generacional, los bisabuelos que antes hablaban de guerra y de los muertos en ella, ahora podían guardar silencio ante los de esta época, los padres que aún escuchaban música ochentera y que se sentían chavorrucos, ahora eran población de riesgo y ancianos incomprendidos. Los políticos eran inútiles, los deportistas crack, también, las estrellas de cine que escapaban de los paparazzis, ahora los buscaban para darles entrevistas y aunque la pandemia hubiera sido “olvidada” las secuelas económicas y la crisis mundial aún vendrían y todavía querían hablarles del bello futuro a la juventud… xiales.

Tomó una foto de las calles llenas y la subió a redes con el ht #NosValeMa… eso del activismo digital decían que no era activismo. Esa era la arena importante, la única… verdaderamente importante.

Una vez acabada la “escuela” se conectó pero ahora de forma en que su computadora no dejara rastro digital, vio los horarios de los niños y empezó a preparar los microvideos, la generación pasada había cedido su paternidad a los aparatos electrónicos y ahora, también, su instrucción. Le marcó a su grupo de activistas, todos estaban en la misma sintonía, le mandaron los microvideos a Yáñez que trabajaba como eléctrico especializado en la cadena televisora.

A las 2:00 a.m. hubo un corto, a las 2:17 le marcaron para que fuera, horas extras, sí, bono, sí, sí, sí, sí… lo que quisiera pero que fuera ya porque mañana había clase y el contrato con el gobierno era específico, a las 2:57 Yáñez había cambiado un fusible de voltaje previamente dañado de los supresores de pico, en esas máquinas de alta tecnología, nadie revisaba primero la conexión, a las 3:01 estaba reiniciando el sistema, a las 3:12 los microvideos habían sido guardados y con un algoritmo, esparcidos entre la programación.

A las 8:00 iniciaron las clases y nadie, ni siquiera ellos pudieron detectar los pequeños destellos con mensajes e imágenes.

Sonrió satisfecho, la pandemia había demostrado que el planeta podía curarse solo, que nosotros no teníamos el dominio de nuestro futuro y que si no mejorábamos seguiríamos siendo la plaga “devoratodo” en que nos habíamos convertido así que, cayó como anillo al dedo esta pandemia, ahora habría una verdadera instrucción de la siguiente generación… los padres los habían dejado con la caja idiota-nana-maestro… pues bien, paternidad no ejercida… paternidad perdida, que sean independientes, libres e inquisitivos.

Abrió su lap y su sesión de clase, paso lista y puso la cámara en off, se fue a la sala con su hermanito y mientras este veía sus clases, él sonreía sabiendo que sus ojos no identificaban lo que su cerebro sí hacía, no todos eran proclives a la sobrestimulación neuronal pero, solo necesitaban un 12% con eso, la siguiente generación podría tener la esperanza que les habían arrebatado a ellos. Le dio un beso en la cabeza y regresó a ver la imagen de la chica que le gustaba.

Tomó su cel, abrió el app “TNT” (TotalNetTransmision) y escribió #NosValeMa… aunque al hacerlo, supo que era falso, ni a su grupo ni a él les dejó de importar nunca, él quizá fuera obsoleto al igual que las generaciones anteriores pero, eran cosas diferentes ser obsoleto, saberse obsoleto y caer en la obsolescencia. Antes no sabían cómo llegar a todos los niños para conseguir el 12% requerido para modificar la historia y en eso, a pesar de lo demás, la diosa Fortuna… le sonrió… era obsoleto y sin embargo, su actuar no caería en la obsolescencia, solo esperaba que su hermanito, fuera mejorado, por su bien, por el de los demás y sí, quizá por un poco de orgullo de quien siempre había sido más un padre que un hermano mayor… paternidad no ejercida… paternidad perdida.