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Música en cuarentena

El corrido del eterno retorno

MúsicaFuente: mariscalrock.com
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EL ÚLTIMO DISCO QUE COMPRÉ

Beacons of Ancestorship (2009), de Tortoise.

No recuerdo cómo llegué a esta banda. Era el 94 y el concepto de lo alternativo cada día se expandía más. Es la causa de que a Tortoise se le catalogue como post-rock. Aunque algunos afirmen que es jazz a secas. Tuve el primer disco en CD. Fueron un shock. Después del grunge y el britpop urgía algo que nos devolviera al Miles de On the Corner. En mi top ten de conciertos está el show que dio Tortoise en la Ciudad de México en 2008. Fui con mi compa la Diva. Montaron dos baterías en el escenario. Salimos alucinados.

EL ÚLTIMO DISCO QUE ME REGALARON

Los dos volúmenes de Confessin’ the Blues (2018), una antología curada por los Rolling Stones.

Recuento de la historia del género en cuatro viniles. Desde los orígenes, Muddy Waters, Robert Johnson, Howlin’ Wolf, hasta Buddy Guy, el más joven, pasando por B. B. King, Bo Diddley y Chuck Berry. La selección está más que justificada. Se trata del mapa emocional bajo el cual se configuraron los Stones en sus inicios. Música que los acompaña hasta el presente. Blue & Lonesome (2016) es la prueba de que nunca han dejado de regirse por las enseñanzas de los viejos maestros.

EL DISCO CON EL QUE ME REENCONTRÉ

Easy Tiger (2007), de Ryan Adams.

Nunca he podido digerir el country. No el puro. Pero fusionadito me resbala más. Dylan, Neil Young, Wilco (que incluso ostentaron la etiqueta de alt-country) son algunos ejemplos de lo más que tolero. Me gustan los cantautores, pero es distinto. Ryan Adams está a medio camino entre todo eso. Con un toque de rock como extra. Easy Tiger es un disco hermoso, repleto de alegría melancólica y una franqueza que desarma. “The Sun Also Sets” y “Rip Off” son de esas baladitas de las que me podría agarrar con una mano en medio de una tormenta emocional mientras en la otra sostengo un vaso de whisky.

EL DISCO MÁS ESPERADO DE LA PANDEMIA

Rough and Rowdy Ways (2020), de Bob Dylan.

Definitivamente. Cuando salió Self Portrait (1971) los críticos lo hicieron mierda. Cuando salió Slow Train Coming (1979) los críticos lo hicieron mierda. El tiempo le daría la razón a Dylan y esos discos son ahora considerados obras maestras. También es cierto que el Nobel tiene el vicio de virar inesperadamente a su antojo. La crítica se tardó más de cinco décadas en entender que la música de Dylan es tan relevante como las tablas de Moisés. Por eso todo mundo ha saludado Rough and Rowdy Ways como un ejemplo monolítico del músculo que ostenta todavía.

Se trata del mapa emocional bajo el cual se configuraron
los Stones

LOS DISCOS QUE MÁS HE ESCUCHADO DURANTE EL CONFINAMIENTO

The New Abnormal, de The Strokes.

Nunca me voy a cansar de echarle flores a este álbum. Ni de escucharlo. Sigo abducido por las texturas de las canciones. No son simples riffs sobre un estribillo (lo cual no tendría nada de malo). Hay capas y capas de pintura sobre cada una de estas joyas. Y lo más sorprendente es que parece precisamente eso: rolas bastante sencillas. Ése es uno de los encantos de The New Abnormal. Que es un disco bastante elaborado pero posee una frescura que ya quisiera cualquier banda actual. Cada track es un monumento. No hay uno solo que no te golpee en alguna fibra.

Ambient 1: Music for Airports y Ambient 2: The Plateaux of Mirror, de Brian Eno.

Hacía más de cinco años que no escuchaba este par de delicias. Qué pendejo. No es que tuviera del todo abandonado a Eno, de vez en cuando me daba una paseadita por Before and After Science. Pero pandemias te da la vida, la vida te da pandemias, así que una noche se me antojó acompañar mi sotol con algo relax, le di play al Ambient 1 y me seguí con el Ambient 2 y me volví a enganchar. No existe mejor compañía para las pedas de buró.

Ouvrez Le Chien (Live Dallas 95), de David Bowie.

El baúl de los tesoros de Bowie no deja de liberar sorpresas. Este concierto data de la época de Outside (1995), mi disco favorito de David. Así que lo primero que hago al despertar es escucharlo completo. Es mi manera de sumergirme en el día antes de ir a sumergirme en la alberca. Apenas lo escuché la primera vez me teletransportó al pasado. Y mientras sonaba “I’m Deranged” me vino a la cabeza la escena de los faros del coche alumbrando la carretera en Lost Highway de David Lynch. Siento que este obsequio más que para cualquier fan está dedicado especialmente para mí.