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Carlos Olivares Baró

Shostakovich, Rachmaninov y Janácek

LAS CLAVES

Carlos Olivares Baró 
*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
Por:

Comparto con los tres o cuatro lectores de estas Claves mis audiciones íntimas, en medio del encierro pandémico, de obras de los rusos Dmitri Shostakovich (1906 - 1975) y Sergei Rachmaninov (1873 - 1943); complementadas con una exposición del trabajo del quizás un poco desconocido músico checo Leos Janácek (1854 - 1928). Glosaré “Vals No. 2” de la Suite de Jazz No. 2, del músico que Stalin reprimió y prácticamente le hizo la vida imposible, Shostakovich; Concierto para piano No. 2, de “el último gran virtuoso romántico” (Brennan), Rachmaninov; y Taras Bulba de Janácek.

No llueve, pero una nostalgia entra por las ventanas de mi pequeño departamento: un vecino, cómplice en estas andanzas melómanas, está hospitalizado desde la semana pasada aquejado por la Covid-19. Dedico a él esta gala que inicio con el sexto movimiento: “Vals 2”, de Jazz Suite No. 2. El subtítulo: “Suite for Variety Stage Orchestra” suscribe mejor las características de esta composición que Shostakovich escribe en 1938 para la Orquesta Estatal de Jazz por petición expresa de su director, Victor knushevitzky.

Jazz Suite No. 1 (1934) y Jazz Suite No. 2 no son exactamente composiciones jazzísticas. Estamos en presencia de dos piezas que Shostakovich escribe dentro del concepto tímbrico del Music Hall. Quizás el tercer movimiento, “Foxtrot (Blues)”, de la Jazz Suite No. 1, acuse ciertos reflujos sincopados en las embestidas de la sección brass, pero hasta ahí: la visión del compositor ruso acerca de los enlaces armónicos/rítmicos, originarios de New Orleans, es acaso, un poco indeterminada.

“Vals No. 2” de fluida configuración instrumental: motivo melódico iniciado por las cuerdas y metales desde rítmica y reiterativa copla. Pizzicatos de los violines que acentúan el leit motiv. Exaltación contagiosa de las prosodias shotakovichianas protagonizada por los metales. Respiro. Saboreo el tarro de helado de guanábana que me regaló la vecina estudiante de cardiología, quien está pendiente de mi presión arterial.

Continuación con el forzoso Concierto para piano y orquesta No. 2, del siempre apreciado Rachmaninov. Primer movimiento (Moderato): glosado con precisión en los conformes para darle acogida a los violines en dibujo del motivo melódico que el piano retoma y los chelos, en conjunciones balanceadas, sospesan con incitante fonética.

La flauta preludia el Adagio sostenuto en clamoreos afables y el pianista lo asume en clústeres de grandiosidad abrigadora. (Escuchar este fragmento, comprobación de toda la deuda, por ejemplo, del pianista de jazz Bill Evans con Rachmaninov). Silencios, pausas en el interludio, hasta la afiliación de los violines en compensaciones del impulso melodioso inicial. Allegro scherzando: diálogo lúdico entre la orquesta y el solista. Férvidos linajes románticos que el instrumentista concertino asume con temperamento presto. ¿Descensos de Scheherazade? (¿Gershwin se asoma por ahí?). La poética Rachmaninov me pone en éxtasis. Irrefutable la belleza de este concierto, el más popular del catálogo del autor del poema sinfónico La isla de los muertos.

Este fonograma que atiendo está complementado con “Variaciones para piano solo del Arias Là Ci Darem la mano”, de la ópera Don Giovanni, de Mozart, la cual paladeo mientras limpio el CD que da continuación a ‘mi programa’ de hoy. Articulaciones precisas del pianista en incitantes enlaces: se aprecia la destreza en los cruzamientos.

Prosigo: rapsodia sinfónica Taras Bulba, del autor de Sinfonietta (1926), Leos Janácek: músico que consolidó su estilo después de los 50 años de edad; hoy, es considerado como uno de los grandes innovadores del discurso operístico del siglo XX.

Composición estructurada en tres segmentos (“Muerte de Andrei”, “Muerte de Ostap”, Profecía y muerte de Taras Bulba”): versión musical de la gran novela nacionalista romántica, Taras Bulba, del escritor ucraniano Nikolai Gógol (1809 - 1852): fábula del veterano cosaco Zaporozhian, Taras Bulba, y sus dos hijos --Ostap y Andrei--, quienes participan en la guerra en contra de Polonia.

Pieza de concurrencias líricas de explícito dramatismo concordadas en encadenadas atmósferas sonoras de convincentes reflujos heroicos ejecutados por la Sinfónica de Bayerischen, bajo batuta de Rafael Kubelik, con efectivo equilibrio instrumental. Destacan los fragores del arpa (“Muerte de Ostap”) y de las campanas y el órgano (“Profecía y muerte de Taras Bulba”). Algunas correlaciones instrumentales de esta rapsodia fueron utilizadas por Janácek, años después, en la popular Sinfonietta.

El sol desafía a la posible lluvia de la tarde, anunciada por los noticieros. Estoy exhausto y satisfecho. Termino mi tazón de helado de guanábana. Shostakovich, Rachmaninov y Janácek han invadido con fiebre inusitada la mañana de este viernes. Me asomo por la ventana: una muchacha va en bicicleta por la avenida, le digo adiós en un intento vano. “Ínsulas los cuerpos acezantes de los gestos”: leo al poeta José Homero.

Taras Bulba/ Janácek
Taras Bulba/ Janácek
  • Artista: Orquesta Sinfónica de Bayerischen
  • Género: Rapsodia Orquestal 
  • Disquera: Grammophon