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Astor Piazzolla: construcción de su identidad musical

CLARAMENTE

*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
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Mar del Plata, Argentina, marzo de 1921, los Piazzolla (hijos de migrantes italianos) reciben a su único hijo: Astor, vienen años difíciles, pues el pequeño nació con la pierna derecha deforme, lo operaron varias veces, el resultado fue un acortamiento que lo dejó cojo de por vida.

Este evento de su historia lo marcó, sus padres decidieron ya no tener más hijos y su papá se obsesionó con que Astor “fuera algo grande en la vida”, lo alentaban a hacer todas las actividades que los médicos le prohibían, se centraron en darle las mejores oportunidades para que no sintiera complejos. Astor tenía cuatro años cuando migraron a Nueva York, por lo que la primera lengua del futuro músico fue el inglés; pasó la infancia en temporadas en Argentina alternadas con Estados Unidos sabiendo que su origen era italiano, las ahora tan comunes mezclas de la migración en el mundo.

Ya que su padre extrañaba el tango, a los nueve años le regaló un bandoneón. El niño para darle gusto a su papá empezó a tocar, ahí se definió su vocación, le brindaron toda la educación musical que estuvo a su alcance incluyendo asistir a conciertos de Duke Ellington, famoso jazzista en el Nueva York de esa época y de Carlos Gardel en su paso por la ciudad.

Piazzolla se estableció en Argentina y en los años 40 trabajó en Buenos Aires en la mejor orquesta de tango dirigida por Aníbal Troilo. Astor fue cobrando importancia hasta ser el primer bandoneón, lograba hacer arreglos que eran rechazados por la orquesta pues sentían que los alejaba de su origen, el joven tenía una visión diferente de la música. El famoso pianista Arthur Rubinstein visitó la ciudad en una gira, Astor logró mostrarle sus composiciones y el virtuoso lo recomendó con el mejor profesor de música clásica de Buenos Aires: Ginastera, quien además se encargó de llenar los huecos de cultura que tenía Piazzolla.

En los años 50 Piazzolla abandonó la orquesta de tango y se dedicó a componer música clásica; analizaba minuciosamente las partituras de Bartók, Prokofiev y Stravinsky.

En 1954 ganó la beca del gobierno francés Fabien Sevitzky para estudiar por un año composición en París con Nadia Boulanger, considerada la mejor maestra de música de todos los tiempos, discípula de Fauré y condiscípula de Ravel, su lista de mil 200 estudiantes de composición se lee como el Salón de la Fama del siglo XX: Leonard Bernstein, Quincy Jones, Philip Glass y Daniel Barenboim, entre otros; ella les proporcionaba una base rigurosa en el análisis musical académico, pero de alguna forma le permitía a cada uno encontrar su propio lenguaje. 

Después de las primeras clases con Piazzolla y de escuchar sus composiciones, le dijo: “Esta música está bien escrita, pero le falta sentimiento”, Astor quedó descorazonado, la maestra le preguntó qué música tocaba en Argentina, él admitió a regañadientes que tocaba tango, Boulanger, intrigada indagó con qué instrumento lo interpretaba, él confesó que tocaba el bandoneón, la maestra apreciaba el instrumento, lo persuadió de tocar uno de sus tangos en el piano, Piazzolla ejecutó “Triunfal”, en el octavo compás ella lo interrumpió, lo tomó de las manos y le dijo con firmeza: “No abandone jamás esto. Ésta es su música, aquí está Piazzolla”. Cada vez que en su vida posterior él recordaba ese momento, lo describía siempre como una epifanía: “Me ayudó a encontrarme a mí mismo” (del libro Astor Pia-zzolla escrito por María Susana Azzi).

De acuerdo con psicoanalista germano Erik Erikson los seres humanos pasamos por ocho etapas en el desarrollo de la identidad, Astor Piazzolla tuvo una crisis en la séptima. Etapa que es conocida como “Generatividad vs. Estancamiento”, ocurre en la edad adulta media, psicológicamente la Generatividad se refiere a dejar tu huella en el mundo creando o contribuyendo a cosas que durarán más que uno mismo. El genio musical sabía que tenía que crear algo diferente, que le permitiera expresar la fusión cultural que había vivido a través de su música. En 2021 se han cumplido 100 años de su nacimiento y quien fue considerado el “asesino del tango” hoy es el músico más influyente de su país en el mundo, creador del neotango y con un legado de grandes composiciones de jazz y música de cámara.

Pienso que fue gracias a su maestra Boulanger que resolvió su crisis de identidad y fue capaz de dar paso a la creación de su música que le permitió disfrutar su éxito en vida. En 1985 recibió el Premio Konex de platino como el mejor músico de tango de vanguardia de la

historia en Argentina.

Falleció a los 71 años por un infarto cerebral, está sepultado en el cementerio Jardín de Paz, en la localidad de Pilar, Argentina.

En sus palabras: “Tengo una ilusión: que mi obra se escuche en el 2020, y en el 3000 también”.