El año que vivimos en peligro

El año que vivimos en peligro
Por:
  • raudel_avila

En la sala final del Museo Canadiense de la Historia, ubicado en Ottawa, la última fotografía de la exposición permanente es una imagen de la firma del TLCAN. Aparecen los gobernantes de la época: el Primer Ministro canadiense, Brian Mulroney, el Presidente de Estados Unidos, George Bush padre, y con la sonrisa pícara que lo caracteriza, el Presidente de México, Carlos Salinas de Gortari.

No tengo a la mano la cita, pero la idea del texto que acompaña la foto del TLCAN es más o menos la siguient: “Después de siglos de tensiones, racismo y guerra, los pueblos del mundo han aprendido que la clave de una convivencia pacífica está en la cooperación internacional. Ante problemas como el calentamiento global, no más nacionalismos violentos, lucha de identidades ni discriminación étnica, todos pertenecemos a la raza humana y avanzaremos mediante la solidaridad al margen de fronteras. El planeta es nuestro hogar común. ¿Sabremos formar ciudadanos del mundo a la altura de ese ideal?”.

Cuán lejano se siente ese espíritu del sistema internacional contemporáneo. Donald Trump lleva un año en la Casa Blanca. Estados Unidos cambió para mal y dada la influencia planetaria de la súperpotencia, el mundo también es otro. Los aliados no tienen certeza de que Estados Unidos respetará sus compromisos militares. Los socios no sabemos si cumplirá los acuerdos comerciales. Los equilibrios del poder geopolítico, única garantía de la paz, están en tela de juicio. Una nueva ola de odios racistas, nacionalistas y machistas amenaza la tranquilidad de nuestras sociedades. El comercio internacional, elemento promotor de la paz al fomentar el intercambio armónico entre los pueblos, hoy es cuestionado con fiereza por los demagogos que explotan el discurso de odio. Las instituciones del multilateralismo y el derecho internacional están muy debilitadas.

Es un retroceso que pocos hubiéramos creído posible hace apenas unos años. La Tierra es otra y nosotros, también. Inconcebible para una generación que observó , sorprendida y orgullosa, la llegada al poder de Barack Obama en Estados Unidos. Un presidente culto, orador apasionado de las mejores causas, racional, civilizado y a la sazón, afroamericano. El progreso parecía acelerar su marcha.

¿Calificó o no Donald Trump a las naciones africanas como países de mierda? Tal vez nunca lo sabremos, pero lo preocupante es que suene creíble. Es el hombre que presumió tener un botón nuclear más grande que el norcoreano. La diplomacia convertida en vulgaridad grotesca. Leo en la prensa mexicana que López Obrador declaró: “Hagan todos los muros que quieran porque los mexicanos ya no vamos a ir”. Una propuesta provinciana, para decir lo menos. Vuelve a mi cabeza la última pregunta del museo: ¿sabremos formar ciudadanos del mundo a la altura de ese ideal?