El infierno

El infierno
Por:
  • larazon

¿Por qué un hombre tiene que soportar el infierno en vida? ¿Por qué alguien tiene que sobrevivir siete meses y medio en un cajón de madera, con cámaras de televisión y un sensor vigilándolo, con los ojos vendados, desnudo, con una cubeta para ir al baño, con música grupera a todo volumen, con luz permanente, con la mínima alimentación para no morir, con amenazas, golpizas, balazos y torturas? Tal vez para nada, es un sin sentido. Ojalá para que otros no pasen por lo mismo.

Aterradoras las declaraciones que leímos, vimos y escuchamos en medios de comunicación estadounidenses y nacionales. Este lunes se cumplieron tres años de la liberación de Eduardo García Valseca. Su valiente testimonio nos confirma que, como apuntaron periodistas, una cosa son los hijos de puta y otra los ineptos y/o corruptos.

Los primeros, estén en donde estén, secuestran, asesinan, roban, violan, torturan… mientras que los segundos, desde la burocracia entablan una lucha contra la inseguridad sin mayor resultado.

A pesar del comunicado que hace tres días emitió la autodenominada Red por la Transformación Global, RTG, grupo que secuestró a Diego Fernández de Cevallos, en donde se deslindan del plagio y maltrato a García Valseca, éste confirma la similitud en el modus operandi.

Si es así, el testimonio de Eduardo los revela como un grupo con vínculos internacionales dedicado al negocio del secuestro, del crimen y del terror y no como un grupo revolucionario con ideales de transformación.

En su desplegado la RTG afirma: “El ejercicio de la violencia constructiva es para Nosotros un recurso legítimo, pero necesita de un proyecto en el que su uso sea solamente un medio necesario. Nuestro proyecto es reconstituir nuestra condición humana que la vileza de los poderosos nos arrebata…” ¿Hay violencia constructiva? ¿Puede ser ésta un recurso legítimo? ¿Se puede reconstruir la condición humana a partir de la tortura o bien, si es verdad que son grupos distintos, a partir del secuestro?

Eduardo García Valseca hace un llamado a Diego Fernández de Cevallos y a las familias que han sido víctimas de estos grupos criminales para que rompan el silencio. Diego está en su derecho, muy comprensible además, de guardar en un cajón sus días en cautiverio, más aún, si esto fue parte de su compromiso para lograr la “conmutación” de la pena capital a la que lo condenaron. ¿Qué conmutó? ¿Qué negoció? ¿Es la narración de Eduardo un reflejo del infierno al que se ha referido Fernández de Cevallos? Como hombre valiente en sus palabras y de poder en su posición política y económica, mucho podría aportar el Jefe Diego para acabar con la violencia, los secuestros, las extorsiones, la ineptitud y/o complicidad de servidores públicos y, de una vez por todas, para refundir a los verdaderos hijos de puta.

elisa.alanis@3.80.3.65

Twitter: @elisaalanis