El matrimonio surreal entre Trump y Palin
En una maniobra política con miras a las primeras elecciones primarias que se llevarán a cabo el 1 de febrero en Iowa, el actual puntero de la carrera republicana a la presidencia de Estados Unidos, Donald Trump, dio un golpe mediático más al sumar a Sarah Palin a su campaña.
Curiosamente ambos son estrellas de la televisión reality estadounidense. La aprobación de Palin a Trump implica un apoyo electoral que ayudará sin duda al empresario en la primera parada electoral ante Ted Cruz, su principal competidor y también amigo de la exgobernadora de Alaska.
La aparición de Palin llamó la atención del sector demócrata liberal que ha utilizado su presencia con mofa y burla desde la campaña presidencial del 2008. Pero es un activo por su posición ultraconservadora así como por el simbolismo que implica para gran parte del sector evangelista conservador de clase media, que tanto importa en estados como Iowa. El endoso sin duda le dará un impulso a Trump para los próximos días, lo que garantiza que acapare la atención de los medios de comunicación, a menos de dos semanas de los caucus. Palin puede ser el hazmerreír de los liberales, pero ha demostrado capacidad para seguir siendo una voz popular entre los cristianos evangélicos.
La ex gobernadora de Alaska, quien sorprendió por ser candidata a la vicepresidencia de Estados Unidos junto con John McCain, luego como comentarista y estrella de televisión, regresó para generar un deja vú a muchos que recuerdan la infame campaña a la que perteneció y que ha quedado en la historia como una de las peores opciones a algún cargo que se recuerde en los últimos años.
Independientemente de la ayuda electoral que le pueda brindar al magnate, Palin seguirá siendo Palin. La corrección política a la que tanto temen, tanto ella como Trump, regresará a morderla como le ocurrió hace siete años. En el discurso que emitió ayer en su primera participación de la campaña, se hizo notar y se sumó al tono controversial que ha manejado desde el principio de la competencia interna. Si bien su aportación específica en Iowa es un posible impuso electoral, será cuestión de tiempo para que los negativos que maneja se reflejen en las encuestas y en el momento de Trump.
Una vez terminado Iowa, su presencia no será tan necesaria. Los votantes de New Hampshire no suspiran por Sarah Palin. Ella es una celebridad, pero no está liderando un movimiento político más, como ha ocurrido tras su carrera como la “conferencista” y “opinadora” oficial del Tea Party, el ala ultraconservadora que mantiene secuestrado el discurso y la posición ideológica del partido Republicano.
El regreso de Palin a la escena nacional sólo se explica con una campaña tan poco predecible como la de Donald Trump. Que uno de los activos más tóxicos represente una oportunidad dentro del actual contexto partidista, habla de lo bajo que han caído y la necesidad urgente de separarse del nuevo momentum republicano.
juanpadeleo@me.com
Twitter: @juanpadeleo
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