Elecciones en el mundo árabe

Elecciones en el mundo árabe
Por:
  • larazon

Horacio Vives Segl

Tres países árabes celebran elecciones legislativas o presidenciales en este 2014, con pocas semanas de diferencia. Se trata de Irak (ocurridas ya el 30 de abril), Egipto (26 y 27 de mayo, y de ser necesaria una segunda vuelta, 16 y 17 de junio) y Siria (3 de junio).

Si bien cada proceso electoral tiene características propias, como denominador común se puede señalar que los comicios se celebran en el marco de graves conflictos étnicos, políticos y sociales, experimentando guerras civiles o tras el colapso del régimen que dio lugar a su convocatoria, y que el mecanismo electoral puede ser un elemento que aporte a la solución de conflictos —como tendría que ser— o por el contrario, emplearse como una farsa para solapar a un régimen antidemocrático.

 Irak, la lenta consolidación del método electoral. Las de abril fueron las terceras elecciones celebradas tras la caída del régimen de Sadam Hussein en 2003, y las primeras después de la salida de las tropas nortemericanas que invadieron el país. A diferencia de los otros dos casos, en donde estará en juego la presidencia, en Irak la disputa fue por 328 escaños del parlamento y, en función de los resultados, definir el apoyo legislativo para el gobierno del primer ministro Nuri al Maliki. Recordemos la compleja ruta recorrida: la División de Asistencia Electoral de Naciones Unidas convocó, en 2004, a una misión en la que participaron los ex consejeros electorales del IFE Alonso Lujambio y Jacqueline Peschard, quienes tuvieron una importantísima participación en el diseño del nuevo sistema electoral iraquí. En ese momento se trataba de generar condiciones de competencia para los partidos seculares (liberales y comunistas), y los confesionales, así como garantías de representación para los grupos étnicos (chiitas, sunitas, caldeo-asirios, kurdos y la minoría yedishi). Tarea no menor que resultó satisfactoria. Mal que bien, a pesar de sus problemas económicos y sociales, la buena noticia es que se siguen celebrando elecciones en Irak.

 Elecciones después de la “revolución egipcia”. Tras 30 años de gobierno, tal revolución dio por terminado en 2011 el régimen de Hosni Mubarak. El breve gobierno de Mohamed Morsi, del Partido Libertad y Justicia, fundado por los Hermanos Musulmanes, terminó en un golpe de Estado en julio de 2013. El gobierno provisional de Adli Mansur ha logrado sacar adelante el referéndum constitucional y el calendario electoral, en un clima caracterizado por manifestaciones políticas y sociales —frecuentemente con muertos incluidos—que han azotado Egipto los últimos meses.

 Elecciones en medio de una guerra civil. El caso más complejo es el de Siria. Cuatro años de guerra civil han dejado aproximadamente 150 mil muertos en el país. El régimen de Bashar al Assad —ampliamente condenado por la comunidad internacional y apoyado sólo por Rusia, Irán y unos cuantos más (vgr. la Venezuela de Maduro)— busca obtener su reelección para “ganar una legitimidad perdida”. Las elecciones se celebrarán en un contexto que imposibilita que exiliados opositores puedan disputarle la presidencia a Bashar al Assad, quien ha anunciado que mantendrá las operaciones militares a pesar del proceso electoral. Una farsa que casi con toda certeza le dará el triunfo. Ojalá y no fuera así.

La naturaleza de las elecciones reside en que se trata del mejor mecanismo en la democracia para canalizar la competencia entre partidos para conformar gobiernos. Aquí se muestran tres visiones sobre su utilidad. Para Irak, la posibilidad de consolidar un nuevo régimen; para Egipto, salir de una crisis política derivada del legado destructivo del régimen de Mubarak, que todavía persiste; y en el caso de Siria, un probable instrumento de confirmación de un régimen despótico.

hvives@itam.mx

Twitter: @HVivesSegl