Guillermo Sheridan: crónica y archivo

Guillermo Sheridan: crónica y archivo
Por:
  • rafaelr-columnista

Si Salvador Novo supo infiltrar la crónica en el áspero ritual de los sexenios presidenciales y Carlos Monsiváis la llevó a los confines del caos urbano, Guillermo Sheridan ha logrado devolverla al archivo, a la biblioteca, a su origen letrado. Uno de los grandes maestros de la ironía en México hace de la ciudad letrada objeto de disquisición y curioseo.

En su último libro, Paseos por la calle de la amargura (2018), Sheridan reúne apuntes salvados del cajón de sastre de sus grandes libros sobre Octavio Paz: Poeta con paisaje (2005), Habitación con retratos (2015), Los idilios salvajes (2016). Se interesa, por ejemplo, en la figura de José Revueltas, en la correspondencia entre Paz y Fuentes. De 1968 a 1971, el epistolario de ambos escritores es el centro de una conjura intelectual contra la prisión de Revueltas en Lecumberri.

Las crónicas de Sheridan se acercan al gran género de entonces, la novela policiaca. Uno de los grandes maestros de la ironía en México hace de la ciudad letrada objeto de disquisición y curioseo

Revueltas era admirado por Paz desde sus primeras novelas —Los muros de agua, El luto humano, Los días terrenales— y esa admiración se volcó en solidaridad frente al encierro del escritor socialista. Caso contrario al del poeta Jaime Sabines, a quien Paz elogiaba como “expresionista”, pero que al ponerse del lado de los gobiernos de Gustavo Díaz Ordaz y Luis Echeverría, merece su repudio y el de Fuentes.

Sheridan se detiene en los congresos literarios de la primera mitad de los 60, patrocinados por la Fundación Interamericana para las Artes, en los que Fuentes oficiaba como embajador del boom. Aquellas reuniones en Santiago de Chile y Chichén Itzá fueron antecedentes inmediatos del famoso congreso del Pen Club en Nueva York, en 1966, coronado por Pablo Neruda, que hizo estallar la Guerra Fría cultural en la izquierda.

[caption id="attachment_773656" align="aligncenter" width="2999"] Guillermo Sheridan en una imagen de 2017.[/caption]

Las crónicas de Sheridan se acercan al gran género de entonces, la novela policiaca, cuando avanza sobre la trama de la CIA en la comunidad de escritores. Cuenta la historia de la agente June Cobb, joven norteamericana que intervino en la creación de la Asociación de Escritores de México, en 1963, y que se vería envuelta con su amiga Elena Garro en el rocambolesco capítulo mexicano de la máxima intriga de aquellos años: el asesinato del presidente Kennedy.

En sus pesquisas, Sheridan reconstruye al detalle el papel de Garro como informante del gobierno de Gustavo Díaz Ordaz durante la represión del movimiento estudiantil del 68. Los testimonios de la escritora sobre la “conspiración intelectual comunista” contra Díaz Ordaz y su sucesor Luis Echeverría están bien afincados en la documentación de la CIA y los servicios de inteligencia mexicanos. Por lo que tras leer a Sheridan se vuelve más asombrosa la resistencia de algunos críticos a aceptar esos vínculos.

El lector pasa de las cartas entre poetas y novelistas a los mensajes cifrados entre agentes soviéticos en México. Sheridan, lector de poetas, logra componer en mayúsculas negras un collage textual

Ya inmerso en el mundo de la filantropía intelectual de Washington en la Guerra Fría mexicana, Sheridan cuenta la historia de la revista Diálogos, impulsada por agentes norteamericanos, y dirigida por Ramón Xirau, y los múltiples proyectos de la Fundación Rockefeller desde los años 50. Por el camino, da con la documentación encriptada del proyecto GNOMO, un operativo de la NKVD soviética para rescatar de Lecumberri a Ramón Mercader, asesino de León Trotski.

La transcripción del proyecto GNOMO en la prosa de Sheridan produce una experiencia curiosa. El lector pasa de las  cartas entre poetas y novelistas a los mensajes cifrados entre agentes soviéticos en México. Sheridan, lector de poetas, logra componer en mayúsculas negras un collage textual (REDACTOR-CARTAGO-TIMONEL, LUKA-NERUDA-RUMANÍA, SERGE-GORKIN-CAMPIÑA-ZORRILLOS…) que recuerdan los cadáveres exquisitos del surrealismo francés.