La constitución y el Estado laico: la reforma del miedo

La constitución y el Estado laico: la reforma del miedo
Por:
  • larazon

Está en proceso de reforma el artículo 40 de la Constitución mexicana. Se le quiere agregar la palabra “laica” para que diga que somos una república representativa, democrática, laica y federal. Me parece un acto innecesario porque la Carta Magna ya lo define sin lugar a dudas y porque no existe actor social que pretenda un Estado confesional.

Las iglesias son las más interesadas en profundizar la laicidad del Estado porque es garantía de no intromisión en sus asuntos internos y de libertad de acción. Lo que sucede es que los promotores de la reforma, activistas de la autollamada “izquierda liberal” (que no son ni lo uno ni lo otro) tienen miedo y han reaccionado conforme a su instinto natural: de manera autoritaria.

En la exposición de motivos de la reforma —con errores de análisis histórico por cierto— se aduce que tal se realiza para que ninguna religión pretenda dominar la vida civil o política, y si bien ataca explícitamente a la Iglesia Católica, también arremete contra las demás. Su inspiración es, sin duda, sacrofóbica. No obstante, parece que, hasta el momento, no se han salido con la suya, pues tenían —como tienen— la intención de reformar también el artículo 130 con el objetivo de reprimir a quienes, profesando alguna religión, se atrevan a participar en la vida pública del Estado laico.

¿Por qué le tienen tanto miedo a las religiones? La explicación se encuentra en los debates por la cultura que están en curso. Como bien sabemos, los “progres” han hecho de la ciudad de México su campo de experimentación, al imponer de malas maneras el aborto y la confusión entre el matrimonio y la unión homosexual confiriéndoles a éstas un mal llamado “derecho a la adopción”. Esto ha generado un fuerte debate cultural a lo largo y ancho del país, del cual los “progres” han salido mal parados. Están lejos de haber logrado un balance a su favor en la opinión pública. La mayor parte de la gente pide respeto al matrimonio, a los niños, a las mujeres y a la vida desde la fecundación hasta la muerte natural. Obvio es decir que las Iglesias, como parte de la sociedad civil que son, han tenido una destacada participación en este debate por la cultura.

Los “progres”, en lugar de hacer un ejercicio de autocrítica como manda la razón, han transformado el asunto en un ataque a la libertad religiosa. Queriendo callar a los líderes religiosos, han afrentado a una ciudadanía que, en ejercicio de sus derechos democráticos, ha dado admirable lucha en defensa de sus convicciones. Así es como, frustrados y asustados, promovieron la reforma constitucional y se exhibieron como un grupo radical y autoritario que le tiene pavor a una ciudadanía que piense con su propia cabeza. Parafraseando una vieja sabiduría podemos decir que, quienes empiezan por atacar a la religión en nombre de la libertad y la democracia, acaban por arremeter contra la democracia y la libertad con tal de seguir agrediendo a la religión.

jtraslos@hotmail.com

agp