Lampedusa, a un año de la tragedia

Lampedusa, a un año de la tragedia
Por:
  • larazon

Luis Raúl González Pérez

El 3 de octubre de 2013 cientos de inmigrantes murieron en el naufragio de una embarcación que se incendió y hundió a pocas millas de las costas de Lampedusa, una pequeña isla del sur de Italia que año tras año recibe a miles de personas que huyen de la pobreza, el hambre y la violencia que se vive en distintos países africanos.

Los inmigrantes que sobrevivieron contaron tiempo después que muchos barcos pasaron a su lado mientras intentaban mantenerse a flote tragando agua salada y combustible, pero que no se detuvieron debido a las sanciones que el gobierno italiano había anunciado a aquellos que prestaran auxilio a los inmigrantes.

Todos los barcos, salvo la pequeña lancha de Vito Fiorino, un pescador que a pesar de las posibles sanciones en su contra detuvo su embarcación y socorrió a decenas de inmigrantes que estaban a punto de morir. El saldo de aquel día: 150 personas salvaron la vida y otras 366 murieron ahogadas.

Un año después el drama continúa. Si bien el gobierno de Italia puso en marcha el operativo Mare Nostrum, que ha salvado la vida a más de 100 mil inmigrantes durante 2014, se calcula que otros 3000 han muerto en ese mismo periodo, una cifra cuatro veces mayor a la registrada durante todo 2013.

Los duros controles migratorios en Europa y la gravedad de los conflictos en diversos países han multiplicado el número de personas que arriesgan la vida en su intento de huir del infierno que se vive en sus lugares de origen.

En un reciente informe de Amnistía Internacional se menciona que la ausencia de convenios eficaces entre algunos de los países que tienen jurisdicción en las aguas de esa región del Mediterráneo —principalmente Italia, Malta y Libia—, así como la falta de recursos suficientes, dificulta las labores de rescate y pone en entredicho la continuidad y la permanencia de los operativos de salvamento.

No obstante, las organizaciones de la sociedad civil han denunciado que el problema no es la falta de dinero. Lo que sucede, aseguran, es que buena parte de los recursos de la Unión Europea relacionados con la inmigración se destina a los puestos fronterizos (construcción de vallas, sistemas de vigilancia y patrullaje). Esto es, se utilizan en cerrar las puertas de acceso a Europa en lugar de atender el drama humanitario en el Mediterráneo.

A un año de la tragedia de Lampedusa es necesario hacer un llamado a la sociedad internacional con el objetivo de modificar las políticas de inmigración en todo el mundo. El cierre de las fronteras debe ser sustituido por políticas de solidaridad, de flexibilización de las condiciones de asilo y con programas de ayuda social y humanitaria.

México, como país de origen, tránsito y destino de miles de inmigrantes, podría llevar la batuta en un proyecto de esta envergadura.

lraul.gonzalezperez@3.80.3.65