Meta: El tesoro enterrado

Meta: El tesoro enterrado
Por:
  • bibiana_belsasso

La mañana del jueves pasado elementos de la Marina Armada de México incautaron 50 toneladas de crystal al Cártel de Sinaloa; éste es el decomiso más grande que se haya dado de droga sintética en México. No fue fácil la detección, porque casi toda la droga estaba enterrada.

El narcolaboratorio estaba ubicado cerca del poblado Alcoyonqui, a 30 kilómetros al noreste de Culiacán, en Sinaloa.

Los marinos reportaron que el campamento que pertenece al Cártel de Sinaloa, y abarca un área de al menos 500 metros cuadrados, en el que además de varias chozas se localizó un refugio para al menos 30 personas.

Este tipo de decomisos se logran con un trabajo intenso de inteligencia para dar con los sitios específicos.

Una vez ubicado el narcolaboratorio, llegaron 50 integrantes de la Marina a bordo de 10 camionetas y un helicóptero, lo que tomó por sorpresa a los narcotraficantes, ya que aún se encontraban las “motogeneradoras y los centrifugadores” encendidos.

El narcolaboratorio estaba divido en cuatro secciones para la elaboración del precursor químico o base, su reposo, reactores y enfriamiento.

La “cocina” tenía 18 metros de largo por 7 de ancho. En el lugar se encontraron diversos productos, accesorios y utensilios, como 60 ollas de peltre de aproximadamente 40 litros; cada una tenía un “quemador” en la parte baja, que era soportado por bloques de concreto.

Además, se descubrieron al menos dos “bodegas subterráneas” donde se localizaron bidones con crystal sólido y líquido.

En una de las bodegas, de aproximadamente 8 por 6 metros de ancho y 3 metros de profundidad, se localizaron bidones y decenas de costales con crystal, con un peso aproximado de 40 toneladas.

En la otra bodega que tenía aproximadamente unos 4 metros por 3 de largo y 3 de profundidad, se localizaron aproximadamente 3 toneladas de la droga, aunque aún falta sacar más producto.

Son millones de dólares lo que cuesta la droga incautada. Se estima que un kilo de droga sintética se comercializa entre 350 mil y 400 mil pesos.

En abril del año pasado publiqué en este espacio un reportaje que hicimos precisamente en un narcolaboratorio, uno de los más grandes que se había localizado hasta entonces y que estaba enclavado en la Sierra de Cosalá, en el Triángulo Dorado de Sinaloa. Cerca de ahí ahora se hace este decomiso, que es el más grande de la historia de nuestro país.

De acuerdo con los mandos del Ejército, aquel laboratorio que visitamos el año pasado tenía la capacidad de producir hasta 200 kilogramos por día que, en dinero, le dejaba ganancias al crimen organizado por al menos 5 mil dólares la libra. Es decir, de 200 kilos de droga sintética, unas 440 libras, se podía obtener una ganancia de 2 millones 200 mil dólares por día. Ese precio es en la frontera, ahora imagínese el precio que alcanza cuando pasa.

Y es que el Cártel de Sinaloa tiene muchísimos laboratorios en esa zona produciendo droga sintética, y detectarlos es muy complicado.

Desde el aire, a diferencia de los plantíos de mariguana y amapola, difícilmente se detectan estos laboratorios. En el sobrevuelo  que hicimos por esa zona, en abril pasado, vimos cómo el crimen organizado camufla estos centros de fabricación de drogas sintéticas.

En temporada de sequía, el camuflado es color café, y en época de lluvia, cuando está todo verde, el camuflado es de ese color. Todo es pintado de estos colores, las carpas, los costales con los químicos y hasta las cajas de papel aluminio, que es triturado para incorporarlo a la mezcla de la droga sintética.

Son obras importantes de ingeniería. Para que un laboratorio como éste funcione, se tienen que llevar agua y electricidad. Y todas las mangueras, que en ocasiones recorren kilómetros, también están camufladas.

Para que los narcotraficantes monten un laboratorio tardan aproximadamente un mes y medio, y generalmente buscan utilizarlo unos 6 meses antes de que sea descubierto.

Llegar a estos lugares enclavados en medio de la sierra es muy complicado. No entran más que animales o pequeñas carretillas para trasladar todo lo que se encuentra en estos centros de producción. Los laboratorios son muy sofisticados. Cuentan con sistemas de calentamiento y enfriamiento enormes, ventiladores y congeladores. Es impresionante ver cómo hay generadores de energía de más de una tonelada y media de peso.

El decomiso que hizo la Marina la semana pasada, es un golpe durísimo al Cártel de Sinaloa. Son millones de dólares pero, sobre todo, son millones de dosis las que se impidieron que llegaran a los consumidores.

Aun así, el control de las drogas, particularmente las sintéticas, ha sido y será el gran desafío de nuestras fuerzas de seguridad, sobre todo por el daño que le hacen a los consumidores y la violencia que se genera en torno a estos negocios.

Hacer estos decomisos es la única forma de controlar gran parte de la violencia que se vive en México.

Producción a gran escala

El viernes pasado, la Secretaría de Marina dio a conocer el aseguramiento de cerca de 50 toneladas de droga sintética, conocida como “crystal” en un narcolaboratorio clandestino en Sinaloa (primera foto).

Fue en dos almacenes subterráneos donde se encontraron las toneladas de droga en el poblado de Alcoyonqui, en Culiacán, una zona que ya había sido identificada por los trabajos de inteligencia técnica. El material asegurado se trató de crystal sólido y líquido, ubicados al interior de tambos; además, se hallaron precursores químicos, material y equipo para la producción del citado enervante.

En abril de 2017 esta columna dio a conocer el aseguramiento de un narcolaboratorio en la sierra de Cosalá, en la misma entidad, donde cada día se producían 200 kilogramos de droga sintética, un aproximado de cinco mil 800 kilos de metanfetaminas al mes (segunda foto)

Personal militar consultado dijo que la instalación de estos lugares clandestinos tarda entre un mes y mes y medio y que lo hacen en áreas de difícil acceso para que las autoridades tarden más en detectarlo, a fin de que les genere ganancias al menos seis meses.

Asimismo, detallaron que entre los indicios que tienen para localizar este tipo de instalaciones: puesto que todo narcolaboratorio necesita agua para operar, hacen tendidos de varios kilómetros de mangueras, las cuales entierran pero aún así dejan indicios.

“Otro de los grandes indicios es el olor, a casi un kilómetro a la redonda se percibe el tufo de los químicos. Es muy penetrante y la piel empieza a arder”, asegura el consultado.