México, el nuevo villano favorito de Estados Unidos

Existe una queja constante respecto a la importancia que le da, o no, Estados Unidos a México. Catalogado por algunos como su traspatio, la posición de superioridad económica y en casi todos los demás aspectos había mantenido un discurso condescendiente hacia nuestro país. De pronto, México se convirtió en el villano favorito de la elección presidencial tanto en el partido Republicano como en el Demócrata.

Desde la migración ilegal hasta los índices de criminalidad y drogadicción, ahora se suma la relación comercial bilateral entre ambas naciones como punto fundamental de crítica y base electoral de los temas que se tocan e interesan en la actual competencia por la Casa Blanca.

Una elección alimentada por el enojo de variados sectores de la población, pero sobre todo estadounidenses blancos de clase media molestos con la situación de la economía, los empleos y sueldos -y también, por qué no decirlo, parte de racismo al haber soportado ocho años de un presidente negro- cabe perfectamente en el molde para tomar a México como el culpable de todos los males; males que tienen soluciones inmediatas y concretas: construir muros, cerrar fábricas, castigar empresas y bloquear el comercio internacional. El mensaje populista y demagógico de Donald Trump y Bernie Sanders ha secuestrado tanto el discurso, como la base electoral de los partidos políticos.

Que sea la nueva realidad para los republicanos y demócratas es incierto, lo que sí es real es que tanto Trump como Sanders han apelado a un sector independiente que no votaba en ninguna primaria y que hoy forma parte importante del electorado que piensa que una economía cerrada y proteccionista es la mejor opción para la época de la globalización. Un hartazgo hacia el sistema político - económico que ha puesto a México en el centro de las críticas por su supuesta posición de beneficio en materia migratoria, comercial y de seguridad.

El sorpresivo resultado de Bernie Sanders, sobre Hillary en Michigan funcionó debido a la estrategia implantada por su equipo para atacar los acuerdos comerciales del Tratado de Libre Comercio entre México, Canadá y Estados Unidos durante la administración de su esposo Bill Clinton. El estado actual de la elección ha convertido al TLC en el mayor pecado comercial de la era moderna, según la repuesta de los electores. En una ciudad como Detriot, sede de la industria automotriz, el planteamiento de las fábricas ensambladoras construidas en México tuvo tanto sentido que logró la derrota de Clinton con factura a 1993.

A pesar de Hillary Clinton tiene la delantera y su triunfo es casi una certeza, hasta el momento, el triunfo de Sanders en Michigan va a extender el mensaje anticomercial y anti-México hacia los estados que siguen en la votación y pertenecen al cinturón industrial de Estados Unidos: Illinois y Ohio. La retórica que predomina en ambas partes ha obligado a que Clinton tenga que modificar su mensaje y mover hacia la izquierda su posición en cuanto a tratados como el TPP, el cual apoyó en un inicio pero ha tenido que modificar ante lo insostenible que resulta el tema en estos momentos.

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