Paralelismos entre Francia y México

Paralelismos entre Francia y México
Por:
  • larazon

Salvador del Río

Los privilegios acaban,

pero el pueblo es eterno

Conde de Mirabeau

El martes próximo, de los Campos Elíseos hasta el Arco de Triunfo de París, desfilarán quinientos cadetes y jóvenes soldados mexicanos a la cabeza de la descubierta militar con la que, año con año, Francia celebra la Toma de la Bastilla, con la que hace 239 años comenzó su Revolución.

El hecho tiene especiales significaciones. La presencia de los efectivos militares mexicanos se da en el marco de la visita de Estado del Presidente Enrique Peña Nieto, junto con una comitiva de variada representación, la invitación del gobierno del Presidente François Hollande.

Es un gesto lleno de contenido histórico.  Francia ha convocado a esta conmemoración anual a diversos países. En 1994, tanques y transportes militares de Alemania recorrieron también esa avenida, en un hecho inu-

sitado que provocó expectación y comentarios de toda índole: 54 años atrás, el 14 de junio de 1940, las tropas de la Alemania nazi entraban en París. Francia estaba ocupada y así permanecería  hasta la liberación con las batallas de Normandía que la liberaron. Pasajes de la historia vividos en el mundo, que se olvidan con la voluntad para superarlos.

Las relaciones entre Francia y México han pasado también por momentos difíciles. Justamente, el próximo 15 de julio, un día después de la celebración de la Revolución Francesa en la que México estará presente, nuestro país recordará un aniversario más de la fecha que marca el Triunfo de la República sobre la intervención europea. En ese día de 1867, las tropas del general Mariano Escobedo escoltaban al presidente Benito Juárez en su entrada a la Ciudad de México, derrotado ya el ejército de ocupación que instaló al efímero imperio de Maximiliano de Habsburgo, apoyado por el ejército de intervención enviado por Napoleón Tercero en 1862. Como la Francia de la resistencia del general Charles de Gaulle, el México de Benito Juárez liberaba al país de la invasión extranjera. Entre esas dos gestas de reafirmación de libertad y soberanía  hay un parangón cuyo recuerdo forma parte de la historia.

Hoy, las relaciones entre Francia y México transitan por una de sus mejores etapas. En un mundo globalizado, que acerca a las naciones y a los seres humanos, derriba fronteras y comunica a velocidades vertiginosas, ambos países encuentran en su pasado y en su presente las coincidencias en los propósitos que los unen. Francia es un factor importante en la Unión Europea; México lo es en el contexto de América Latina, pero también en la zona norte del Continente. Ambos mundos se atraen y se necesitan en las aspiraciones por el alcance y el mantenimiento de la paz y en los esfuerzos para la cooperación en aras del desarrollo y el bienestar de sus pueblos. Nada mejor que esta ocasión, en la que se recuerdan pasajes simbólicos de la historia, para estrechar esa relación entre dos naciones que se identifican en el presente.

 Gazapos. Existen en español, como en otros idiomas, los llamados parónimos y los homónimos, palabras que son iguales en escritura o se parecen fonéticamente pero cuyo significado es distinto. Se escuchó a un alto funcionario de la administración decir que “en la aplicación de los programas sociales no habrá iniquidades”; inequidades, tal vez quiso decir. Iniquidad —maldad, injusticia— es todo lo contrario a inequidad, neologismo o barbarismo hace tiempo aceptado en la legua española como lo que es injusto, inequitativo, desigual. Hay otros parónimos: Inocuo —inofensivo, que no hace daño— es parónimo de inicuo, cuyo significado es injusto, dañino, precisamente lo opuesto a inocuo. No vaya a ser que en los programas sociales se aplique la iniquidad en vez de la inequidad y sean, además, inicuos.

srio28@prodigy.net.mx