Quiero darte esa oportunidad

Quiero darte esa oportunidad
Por:
  • larazon

Las cartas que siguen son toda una historia. La historia de un amor filial y un amor a la literatura, al oficio de escribir. Seepersad Naipaul, de origen indio radicado en Trinidad, tuvo siempre una afición por escribir cuentos.

A costa de muchos sacrificios, envió a su hijo V. S. Naipaul, de 17 años, a estudiar a Oxford para que lograra un sueño común: en principio una mejor educación y luego ser escritor. El padre, que murió prematuramente a los 47 años, no vivió para ver cómo su hijo, autor de más de 20 títulos y Premio Nobel en 2001, no lo defraudaría.

8 de marzo de 1952

Mi querido Vido:

He pensado mucho en ti durante las últimas dos semanas. En primer lugar, tus últimas dos cartas tenían un tono conmovedor. Parece que estás muy solo, incluso triste. Da la impresión de que comes poco y mal, como me ocurría a mí en Jamaica por mi aversión a la carne de vaca, de cerdo, al jamón y esas cosas. Ojalá pudiéramos comer de todo, como todo el mundo. Al fin y al cabo, al menos habríamos sido más coherentes, y en virtud de eso, quizá estaríamos más sanos. Hoy día hay muchos hindúes en el extranjero que comen carne de vaca.

Sé que no te he servido de gran ayuda; me resulta tan doloroso que prefiero no pensar demasiado en ello... Hoy se cumple el final de la primera semana de las dos que tengo de vacaciones. He estado trabajando más que cuando no tenía vacaciones. Pero como he trabajado con sumo gusto, apenas lo he notado. He escrito un relato largo, algo en lo que llevaba mucho tiempo trabajando a rachas. Creo que empiezo a comprender cómo trabajan los grandes escritores: cuando no tienen nada que hacer sino escribir, y cuando saben que los editores esperan ansiosamente sus relatos, novelas o artículos. Tienes pereza hasta que acometes la tarea. Entonces la tarea te absorbe. La labor literaria es una cuestión de dedicación exclusiva. Escribes a máquina o a mano hasta mediodía. Después comes y descansas, o te das una vuelta por el parterre microscópico, o te vas a dormir. Cuando te levantas estás listo para seguir adelante. Así ha sido mi caso. Estoy completamente seguro, maldita sea, de poder terminar una novela en el plazo de seis meses... si no tuviera nada más que hacer. Es imposible. Pero a ti quiero darte esa oportunidad. Cuando termines tus estudios universitarios, si encuentras un buen trabajo, estupendo; si no, no tienes que preocuparte en lo más mínimo. Te vienes a casa y haces lo que yo estoy deseando hacer:

escribir, leer y las cosas que te gusta hacer. Es en esto en lo que quiero servirte de ayuda. Quiero que tú tengas la oportunidad que yo no he tenido: que alguien me mantenga a mí y a los míos mientras escribo.

Bastarían dos o tres años. Si al cabo de ese tiempo no lo has logrado, entonces será el momento de buscar trabajo. Piénsatelo. Lo digo muy en serio. Dudo mucho que te llegue a satisfacer un simple trabajo. Sé que ninguna otra cosa te hará feliz... Quiero decir, nada sino el éxito literario puede hacerte feliz. […]

Si estás pensando en conseguir un puesto en el QCR [Queens Royal College, de Puerto España, Trinidad] deberías ponerte en contacto con Hamer. […] Pero, como ya he dicho no hace falta que tengas trabajo. Quieres ser escritor. Estoy completamente seguro de que puedes serlo, y muy bueno. Podrás intentar escribir sin trabas, con libertad, durante dos o tres años. Pasado ese tiempo, habrás hecho algo. […]

Intenta animarte. Y recuerda que no tienes que preocuparte cuando acabes en Oxford. Tu trabajo está decidido. Yo te apoyo.

Con cariño de todos los de casa,

Papá

The British Broadcasting Corporation

Broadcasting House, Londres W1,

10 de febrero de 1956

Querida Kamla [hermana mayor de V.S. Naipaul]:

Esta es la carta que estaba deseando escribir a casa desde que me marché de Trinidad. Es por mi libro. Te mandé hace tiempo un telegrama para decirte que lo habían aceptado. En esta carta voy a explicar por qué he guardado silencio desde entonces. En primer lugar, el año pasado no escribí un libro, sino tres. El primero se lo envié a un crítico que hizo una crítica tan dura que lo dejé por imposible y ni siquiera lo mandé a ninguna editorial. Creo que fue lo mejor que pude hacer. Porque a partir de entonces decidí cambiar por completo el estilo de mi escritura. A principios de junio, más o menos, empecé una serie de relatos relacionados entre sí sobre una calle de Puerto España. Los relatos les gustan a todos los que los leen. Escribí diecisiete en siete semanas. La chica que me los pasó a máquina tardó cinco semanas. Los envié a una editorial —en realidad, me los llevó un amigo— y allí se quedaron once semanas. Llamé a la editora.

Me dijo que a ella le gustaban los relatos, y a todos los demás, pero que no sabía si iban a publicarlos, porque nadie quiere comprar un libro de relatos, ni aunque estén relacionados entre sí. A ella le gustaban y quería publicarlos, pero su socio se negaba. Durante esas once semanas, en menos de siete, había escrito el borrador de otra novela, y terminado los tres primeros capítulos. Se lo dije a la editora y le interesó. Quería ver esos tres capítulos. Si gustaban, publicarían primero la novela y después los relatos. Así que a finales de noviembre les llevé cuatro capítulos de la novela y al cabo de once días me llamaron para decirme que iban a pagarme 25 libras en concepto de adelanto y otras 75 cuando entregara la novela completa. Así que he estado trabajando mucho hasta finales de enero. También les gusta la obra ya terminada. Esta noche voy a la casa de la editora a tomar una copa para hablar sobre ciertos cambios que quiere hacer en el final de la novela. […] La novela se titula El sanador místico, y la editorial es Andre Deutsch. Creo que saldrá en septiembre u octubre, como muy pronto. Si tiene éxito, le seguirá Miguel Street: Sketches of a Street in Port Spain. Estoy trabajando en otro libro, el tercero, que acabo de empezar, y que se va a titular Life in London. […]

Estoy convencido de que estamos llegando al final de la mala racha. Y no puedes imaginarte cómo me alegro de saber que no he estado perdiendo el tiempo al escribir. Creo que tengo cierto talento y he aprendido tanto sobre la escritura durante el último año que ahora escribo como seis veces mejor que a principios del año pasado.

Con cariño,

Vido

Tomado de: V.S. Naipaul, Cartas entre un padre y un hijo. Los años de Oxford, traducción de Flora Casas, introducción de Gillon Aitken, Debate, Barcelona, 2006.