Razón y realidad

Enrique Acevedo

He criticado la lucha contra el crimen organizado desde sus inicios, y hoy a tan sólo unos meses de que el sexenio de Felipe Calderón encuentre su final, confirmo que el Presidente y su equipo diseñaron una estrategia condenada al fracaso.

Desde diversas plumas y en diferentes espacios sobran los argumentos en contra del plan que ha robado la tranquilidad a millones y la vida de casi 50 mil mexicanos. Hablan de corrupción en todos los niveles, de la ausencia de un sistema judicial y un aparato de inteligencia competentes, de fuerzas policiacas mal equipadas y de instituciones infiltradas por el narco. Se debate sobre el rol del Ejército mientras organismos de derechos humanos, dentro y fuera del país, denuncian los excesos generados por su presencia en las calles. Hemos atestiguado con dolor, las historias de víctimas y sus familiares así como la evolución del movimiento ciudadano generado desde su frustración. En resumen, se cuenta la historia de un Estado incapaz de proveer seguridad a su población.

No obstante sería miope descartar que las críticas se centran en la forma y no en el fondo de la decisión. Es decir, la opción de no actuar frente a la posibilidad de un país cooptado por algunas de las fuerzas criminales más poderosas del planeta, simplemente no era una opción. Sí, Calderón se equivocó y en eso estamos claros, pero repetirlo en unisón no contribuye a solucionar el problema.

En algún punto de este debate nacional perdimos dirección y privilegiamos la crítica al gobierno sobre la condena a los narcos, sus métodos de miedo y violencia. En un momento crucial para el futuro del país preferimos señalar culpables en la arena política antes de formar un verdadero frente común en contra de los ataques a la libertad de expresión y a docenas de periodistas amenazados, desaparecidos o asesinados en manos del crimen organizado.

Esta dualidad me conduce a una pregunta fundamental. ¿Hasta dónde debe llegar el rol del periodista? Tener la razón sirve de muy poco en este caso. Probablemente haga honor al más básico de los ejercicios periodísticos, el rol de perro guardián pero, qué servicio le presta esto a un país dividido en todas las formas en las que puede estarlo.

 La Caminera. Los equipos de campaña de los aspirantes republicanos a la Presidencia de los Estados Unidos, buscan generar simpatías entre los hispanos, contratando a celebridades que suavicen su imagen entre la comunidad. Pagan buenos dólares y cuentan que más de uno se está animando a seguirles el jueguito. A ver si no les termina costando más de lo que ofrecen…

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