Tallados a mano

Tallados a mano
Por:
  • larazon

- PRIMER TIEMPO: Dos se acabaron la reserva. Uno de esos políticos sazonados cuenta una realidad con una broma. Dice: cuando repartieron la vanidad en el mundo, Arturo González de Aragón y Juan Ramón de la Fuente se quedaron con toda la que nos tocaba a los mexicanos. “No conozco a nadie más vanidoso que ellos dos”, comenta con una sonrisa cuidada. “Son realmente vanidosos”. González de Aragón y De la Fuente han estado últimamente en la boca de los políticos en el contexto de la sucesión en la Auditoría Superior de la Federación y la Comisión Nacional de los Derechos Humanos, para lo cual tiene que haber un proceso de selección donde compiten quienes deseen encabezar tan prestigiosos cargos. González de Aragón y De la Fuente han expresado su deseo por contender, el primero para una reelección, y el segundo para un primer mandato, y los junta una peculiaridad: que la nación se los demande… o cuando menos que se los pida. No quieren someterse a ningún concurso, ni a ningún proceso de selección. El primero dice que ya lo conocen y que sean los partidos quienes le pidan que se quede, que él ya se sometió a un concurso en el pasado. Vale. El segundo, muy delicadito, siempre ha querido que las cosas le lleguen sin ensuciarse las manos. En 2006 oyó el canto de las sirenas de un grupo de empresarios que lo proponían como presidente de emergencia ante la crisis poselectoral entre Felipe Calderón y Andrés Manuel López Obrador. Pero nada de campaña, bastaba que se lo pidieran. Qué razón tiene ese político veterano. ¿Alguien puede cuestionarlo? Pues no. En verdad, no.

 SEGUNDO TIEMPO: Juanito de mi corazón. Un político perredista en el Distrito Federal lamenta que lo que les ha sucedido en Iztapalapa es como convertir la política en una carpa. Y al menos va para allá el circo del PRD y el PT tras encontrar en Rafael Acosta, mejor conocido como “Juanito”, un Frankenstein que Andrés Manuel López Obrador y Alberto Anaya pensaron que iban a controlar. Lo ungieron como candidato a delegado en Iztapalapa con la condición de que al triunfar le cediera el lugar a Clara Brugada, del establo lópezobradorista. Pero lo trataron mal. Lo despreciaron. Lo humillaron. Lo quisieron mangonear. Pero al chico bravo le salió la casta del barrio y ahora los ha puesto contra la pared. Y que le hagan como quieran, porque “Juanito”, que siempre habla de sí mismo en tercera persona, afirma que es más famoso nacional e internacionalmente que López Obrador, y que si ya fue electo delegado puede ser electo Presidente, que qué les duran, si ya  tiene más preferencia de voto que el propio puntero Enrique Peña Nieto, gobernador del estado de México, y que por dinero no para, porque es lo quiere tanto la gente que por eso le hizo ganar millones de pesos al PT con su triunfo en Iztapalapa. Los autoelogios  recuerdan a Cassius Clay –que renació como Mohammed Ali-, cuando exclamaba “¡soy el mejor!, ¡soy el más bonito!”. La reedición azteca es “Juanito”, que va que vuela para Arturo González de Aragón y Juan Ramón de la Fuente, pero ¡juntos!

 TERCER TIEMPO: ¿Independiente, independiente? Por favor. Lleno de sorpresas está el arcón de la política. En la Cámara de Diputados resurgirá como figura pública quien muere por ser figura pública, Alejandro Gertz Manero, que fue priista, luego perredista, luego foxista y ahora entrará como diputado por Convergencia. Pero que nadie se atreva a tocarlo. Es apartidista y va al Congreso como “independiente”. El rector de la Universidad de las Américas, campus Ciudad de México, habla como experto en seguridad pública y se ha vendido ante la opinión pública como tal. Pero esa capacidad está en entredicho. No hizo nada memorable cuando trabajó en el gobierno del Distrito Federal, lo que no puede decirse cuando trabajó en el gobierno de Vicente Fox, pues en su paso por la Secretaría de Seguridad Pública sí hizo algo por lo cual recordarlo: la demolió. Acabó con la coordinación metropolitana que se había creado para atrapar a secuestradores y ladrones de autos. Persiguió a Wilfrido Robledo y a su equipo, entre los cuales se encontraba Genaro García Luna, Facundo Rosas y Luis Cárdenas, quienes hoy en día en la Secretaría de Seguridad Pública Federal, han dado sonoros campanazos. Deshizo lo que todos los partidos, sin importar posición ideológica, habían construido en materia de seguridad pública. Total, un desastre. Pero que nadie pretenda manchar la imagen de don Alejandro, o hacerle hoyos a su currículum. Es muy sanguíneo, mercurial. Puede ser hasta rabioso. Él dice haber hecho todo lo que se tenía que hacer y que quienes lo sucedieron cambiaron. Él era quien sabía, nadie más. Y que si el mundo está equivocado. Lástima, para el mundo, naturalmente.

rrivapalacio@ejecentral.com.mx

fdm