Temblando por el temblor

Temblando por el temblor
Por:
  • Gabriel-Merigo

“El valor de una idea radica

en el uso de la misma”

Tomás A. Edison

Una vez más la naturaleza nos recuerda su enorme poder y su capacidad destructiva que no pocas veces se ha dejado sentir en nuestro país en su modalidad de inundación, huracán, tornado o terremoto. Nuestra ciudad capital históricamente ha vivido fuertes temblores de tierra de los cuales destacan el del 57 y el del 85.

Los que ya tenemos más horas de vuelo todavía guardamos amargas memorias de estas fechas fatídicas, o bien porque vivimos estos fenómenos naturales en toda su intensidad y alcances, o porque durante varios meses después de los sismos estos fueron un tema de conversación ineludible en un ambiente cargado de angustia y depresión. Los de mi edad, desde niños, ya sabíamos de la alta sismicidad que caracteriza a nuestras tierras, así es que después de un temblor siempre estábamos esperando con zozobra, primero las réplicas y luego el siguiente sismo. En esta ocasión no sólo pasaron 32 años, sino además el terremoto ahora nos dejó con la inquietud de desentrañar el misterio de por qué diablos también tembló en 19 de septiembre.

En fin, ya pasó el susto inicial, ahora viene el luto que la sociedad llevará por mucho tiempo por la inaceptable pérdida de vidas humanas que se dió a pesar de los protocolos oficiales de respuesta a la emergencia. ¿Que sucedió? ¿Estaban las autoridades realmente preparadas para la eventualidad de un sismo? ¿Es conveniente que los jóvenes de la sociedad civil suplan a los organismos oficiales en el rescate de las personas atrapadas? ¿Debe nuestra generosa y solidaria juventud arriesgar la vida participando en los rescates con su gran entusiasmo, pero con poca o nula capacitación y coordinación? Éstas y otras preguntas me han mantenido en vilo desde el temblor. Todos los días se habla de la participación de la juventud y se hace mención a siete columnas de su gran heroísmo, y yo estoy de acuerdo. Sin embargo, dejando en claro mi admiración y respeto por los jóvenes que se la jugaron por sus congéneres, me permito hacer la siguiente sugerencia: Replanteemos la protección civil. ¿Si ya sabemos de antemano que va a temblar, aunque no sabemos cuándo, ¿qué tal si elaboramos un eficiente “plan de anticipación al sismo”, con el fin de convocar, organizar y capacitar adecuadamente a brigadas civiles con suficiente anticipación?.

Si en un sismo vamos a requerir rescatistas, formemos con anterioridad suficientes brigadas bien coordinadas, como parte del servicio social o en lugar del servicio militar. Si deducimos que los brigadistas deben estar suficientemente capacitados, organicemos cursos y diplomados con el tema y programemos asignaturas escolares obligatorias de protección civil. Si ya aprendimos que la comida, el agua, las medicinas y la herramienta van a escasear, y que el equipamiento no ha sido suficiente, tengamos almacenes por delegación con todo lo necesario siempre. El invertir tiempo y dinero con oportunidad en el desarrollo de un plan de anticipación al sismo nos dará elementos necesarios para combatirlo y sobretodo seguridad de que nunca más tengamos que temblar por un temblor.