The L-Moment

The L-Moment
Por:
  • larazon

Alicia Alarcón

Nada es más espectacular y mediático que un líder con carisma y presencia. De las que arrancan suspiros y jalan masas. Esta combinación suele ser una flecha mortal certera dirigida a los rivales políticos del susodicho. De los líderes by the book que siguen los pasos del ascenso al poder disciplinadamente (pisar la cárcel, ser preso o perseguido político, discursos seductores e incendiarios, presencia física) hay muy pocos. Y sobreviven al puesto (moral o real) casi ninguno.

Si a los a los “pros” del caso agregamos la imágen de una familia sana, guapa, deportista, hijos pequeños, estudios en escuelas renombradas, en fin, todo lo necesario, voilá. Ha nacido una estrella.

Leopoldo López, opositor al régimen Chavista-Madurista en Venezuela, podría ser la nueva figura política latinoamericana. Alcalde del municipio de Chacao en Caracas, ya tenía en su haber algún alto logro electoral escolar. En 2002, ya había llamado al golpe de estado, sin éxito. Como los dos golpes anteriores, en 1992 por Chávez y en 2006 por Capriles, no lo consiguió pero apremió su lucha. Chávez lo perdonó por el descaro pero lo inhabilitó hasta el 2014 para tener un puesto público y de paso lo acusó de malversación de fondos. Es la historia resumida y que no suene a propaganda oficialista, claro.

Lo acusan de provocador, de homicidio intencional, terrorismo y varias cosas más. Enfrente de la prensa y en una de las manifestaciones más grandes del movimiento venezolano de estos días, decide entregarse al gobierno comandado por un ex chófer de autobús y sus fantasmales pajaritos, no sin antes tener un momento emocionante de despedida con su esposa y otro con sus seguidores a través de un altavoz, adentro de una tanqueta y rodeado de guardias. El momento de López es ideal. Un pueblo de jóvenes castigados por su gobierno, reprimidos, con carencias de todo tipo, listos para seguir y defender al que hable como ellos y piense igual. Una figura joven, con habilidades políticas probadas y sobretodo, con las agallas de entregarse (o en apariencia sacrificarse) por su gente. El líder ideal en el momento ideal. En el momento de su entrega, su biografía ya decía que “El líder opositor se entregó a la justicia venezolana el 18 de febrero de 2014 argumentando su inocencia”. Demostrando así su excelente manejo de redes, de imagen y de contenido. Por muchas razones durante sus dos mandatos como alcalde, tenia tantos detractores como seguidores. Cayó en el fondo del barril pero resurgió con fuerza. “El que se cansa, pierde” es su lema.

En Venezuela, igual que en muchos lados, a falta de pan, imperialismo. O fascismo. U Oligarquía. O vendepatrias. Aquí en México, la verdad, si es cansancio. Porque también hay necios by the book. Derivadas del cansancio, vienen las malas decisiones y los discursos esos de infiltrados extranjeros, de mafias del poder, de separación, de polarización que repiten hasta eso: el cansancio. La política ya no se usa para beneficio de la sociedad, ahora es un foro en donde cada quien oculta sus culpas echándole tierra al conspirador-opositor. De congruencia, nada.

Como ejemplo, que la derecha insista en la ley de marchas pero apoye las manifestaciones venezolanas. La izquierda (dividida) que supuestamente apoya causas de derechos humanos y garantías básicas, guarda silencio por un lado o apoya al régimen de Maduro por el otro. No puede existir congruencia donde existe tanto oportunismo. Como dicen allá: Una sociedad cansada pierde. Y no hay un líder como López que a pesar de sus defectos tiene todas las virtudes para motivar a la gente. Porque hablo del López de allá. No el de acá. Porque como todo en la vida, hay de López, a López.

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