Yo soy #Ibero

Yo soy #Ibero
Por:
  • rodolfoh-columnista

Soy egresado de la Ibero, generación 1987. Mi primer semestre lo cursé en el antiguo campus, ubicado en la Campestre Churubusco. Fuimos los últimos en estudiar ahí y nos tocó estrenar las nuevas instalaciones de Santa Fe. Fueron, sin duda, de mis mejores años, en los que disfruté de mi libertad, de mis estudios, del trabajo, del amor, de las fiestas interminables y los viajes inolvidables.

La universidad me dio muchas cosas que hoy atesoro: definió mi vocación y mis pasiones; además de haberme regalado amigos entrañables y hasta de ahí salió mi primer matrimonio. En esos lejanos tiempos llegaron a nosotros los candidatos presidenciales de las primeras elecciones competidas de nuestra historia.

Cuauhtémoc Cárdenas y Maquío se presentaron ante nuestra comunidad universitaria, en una explanada abarrotada de estudiantes entusiasmados, pero todos respetuosos y entusiastas. Eran los años del partido hegemónico, que sufría su primera sacudida a manos de dos políticos atractivos y con ideas de cambio poderosas. Desde luego, hubo espacio para la interacción con nosotros; preguntas y respuestas fueron y vinieron en un ambiente único.

Un cuarto de siglo después, en 2012, llegó a esa universidad otra campaña por la Presidencia. El PRI llevaba, nada más y nada menos, que 12 años fuera de Los Pinos. Dos sexenios en los que había sido derrotado por el PAN, pero su candidato esa vez era sumamente competitivo.

Peña gobernador tenía carisma y había sabido venderse bien, con eso de “te lo firmo y te lo cumplo”. La izquierda de López Obrador, desesperada, decidió jugarle sucio. En plena campaña urdieron un plan para sabotear su encuentro con los estudiantes de la UIA.

Había que atacarlo como si él y el PRI fueran el gobierno en turno al que había que derrocar. No importaba que Peña también fuera oposición; ellos habían de hacerlo pasar como “el enemigo de la patria”. El plan no fue muy complicado: le armarían un espectáculo mediático con dos o tres muchachitos hijos de simpatizantes o colaboradores de López Obrador, más algunos infiltrados.

Había que pintar las fuentes de los jardines de rojo, para acusarlo de asesino y violador de los derechos humanos. También había que poner nerviosos a los escoltas del candidato, con gritos y empujones. Cámaras de video listas para captar el momento; y, por supuesto, una estrategia puntual para difundirlo.

La presentación no fue agradable y Peña prácticamente tuvo que escapar de esa cobarde emboscada. De ahí surgió el infame movimiento #132, que poco después fue desenmascarado por Manuel Cossío, el creador de la página web de esa organización artificial.

A través de Youtube fue dada a conocer una grabación en la que Saúl Alvídrez, incitador de la falsa protesta, describe la manera en que se fraguó la mascarada, de la mano de Epigmenio Ibarra, Jenaro Villamil, Alfredo Jalife y gentuza por el estilo.

Hoy, López Obrador se niega a acudir a un encuentro con los estudiantes de la Ibero. Me pregunto si será porque los muchachos ya están más alertas o porque ya le envejecieron los porros; y mantener fósiles en esa casa de estudios sale muy caro.