“La Conquista no significó el fin de los libros mesoamericanos”: León-Portilla

“La Conquista no significó el fin de los libros mesoamericanos”: León-Portilla
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  • miguel_angel_munoz

Las tres principales funciones del lenguaje son 1.- el acto es producido por un sujeto parlante, 2.- induce a efectos en un intérprete, y 3.- se relaciona con un tema determinado. Los estudiosos dicen que el acto tiene una función expresiva, evocadora o referencial. Es decir, el acto expresa ideas, deseos, actitudes del parlante. Estas tres funciones pueden distinguirse en cualquier acto lingüístico, los enunciados típicos (y derivativamente las palabras) pueden clasificarse por la función que normalmente predomine al usarse dichas funciones. Aunque la mayoría de los autores está de acuerdo en cuanto a la utilidad de algunas de esas distinciones, hay en cambio poco acuerdo en el número y las clases de funciones que es útil reconocer.

En su libro El destino de la palabra (de la oralidad y los glifos mesoamericanos a la escritura alfabética), el historiador Miguel León-Portilla (Ciudad de México, 1926- 2019) hace un recuento de los orígenes del "destino de la palabra" en los antiguos mexicanos, la cual era expresada por los sabios en los cantos y en los códices. Los conquistadores consideraban esta palabra como una inspiración del demonio e incluso podemos encontrar registros donde se trató de destruir. Por otra parte, los nativos o de "estirpe indígena" cuidaron y ocultaron los libros que guardaban diversos testimonios. En ellos se encuentra el proceso evolutivo de la oralidad que, posteriormente, se convirtió de "lengua indígena a escritura alfabética".

Historiador y antropólogo mexicano. Estudió en la Universidad de Loyola, en Los Ángeles, California, donde obtuvo un grado en artes en 1951. En 1956 recibió el doctorado en filosofía por la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM). Entre 1955 y 1963 desempeñó los cargos de subdirector y director del Instituto Nacional Indigenista Interamericano. Desde 1963 y durante más de una década fue director del Instituto de Investigaciones Históricas de la UNAM y entre 1974 y 1975 fue nombrado cronista de la Ciudad de México. En 1995 ingresó a la Academia Nacional de Ciencias de Estados Unidos en el área especial de antropología e historia. En la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM se doctoró en filosofía, bajo la guía del doctor Ángel María Garibay, con la tesis titulada La filosofía náhuatl estudiada en sus fuentes. Esta obra, que apareció revisada en 1959, ha sido traducida al ruso, al inglés, al francés, al alemán y al checo. Otros libros suyos son Los antiguos mexicanos, Visión de los vencidos (traducida a quince idiomas), Literaturas indígenas de México, y Tonantzin Guadalupe. Pensamiento náhuatl y mensaje cristiano en el Nican Mopohua (2001), entre muchos otros.

[caption id="attachment_1021077" align="alignnone" width="696"] Foto: Cortesía Pascual Borzelli Iglesias.[/caption]

En esta conversación el investigador habla sobre la evolución y destino de la palabra; el significado de las inscripciones y pinturas; el contenido de los códi­ces. Observa diversas características desde una visión apoyada en la arqueo­logía: "Los vestigios arqueológicos, en particular las inscripciones y figuras que los acompañan en estelas y pinturas murales, así como unos cuantos libros pictoglíficos, son los únicos testimonios absolutamente incuestionables en los que, de manera explícita, se expresan testimonios del pensamiento mesoamericano. Es cierto que, entre los hallazgos arqueológicos, sobresalen las ruinas de grandes templos y palacios, así como otros muchos objetos que hoy se descifran como arte de Mesoamérica. Pero en lo que se refiere a testimonios prehispánicos que sean expresión más explícita del pensamiento o la palabra, fuerza es circunscribirse a las inscripciones en piedra o cerámica y a los libros pictoglíficos".

Como antropólogo, historiador, filólogo y filósofo, León-Portilla centró su interés en los pueblos del México prehispánico. Su vasta obra recoge y estudia las creencias, las tradiciones y el pensamiento de estas culturas. Ha sido profesor en la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM desde 1957, director del Instituto de Investigaciones Históricas, miembro de la Junta de Gobierno de la UNAM, y actualmente es Investigador Emérito del Instituto de Investigaciones Históricas, con antigüedad desde 1957. Ha impartido numerosas conferencias y pertenece, como consejero, al Instituto de Civilizaciones Diferentes, de Bruselas, Bélgica; a la Sociedad de Americanistas con sede en París, Francia; a la American Anthropological Association, a la Sociedad Mexicana de Antropología, a la Academia de la Investigación Científica, a la Academia Mexicana de la Historia (de la que ha sido director), a la Academia Mexicana de la Lengua, a la American Historical Association, a la National Academy of Sciences y a otras instituciones culturales mexicanas y foráneas. Es doctor Honoris Causa por varias universidades de México y del extranjero, entre éstas, de la Brown University, en Providence, RI. Entre sus libros más importantes cabe destacar La filosofía náhuatl (1956), La visión de los vencidos(1959), Los antiguos mexicanos a través de sus crónicas y cantares (1961), El reverso de la Conquista(1964), Trece poetas del mundo azteca (1967), Nezahualcóyotl. Poesía y pensamiento (1972), Literaturas indígenas de México (1992) y Quince poetas del mundo náhuatl (1994).

Podríamos considerar algunos otros testimonios recientes gracias a los estudios de la arqueología y la investigación etnológica, ¿cuáles serían?

—Hay ciertamente otros testimonios, pero debe reconocerse que son más tardíos, resultado de varios modos de "transvase", paso o conversión a otros sistemas de registro. Un género muy importante es el de la tradición oral que, después de la invasión española se transvasó en la escritura alfabética y se convirtió así en texto indígena expresado con letras europeas. También en ocasiones fue "la lectura" del contenido de algunos libros pictoglíficos lo que se convirtió en texto redactado alfabéticamente. En otros casos, partiendo de testimonios "mixtos" —oralidad, inscripciones y pinturas— hubo recopilaciones de textos mesoamericanos en los que perduraron en parte imágenes y algunos glifos. De cualquier forma, todas estas expresiones más explícitas han de tenerse obviamente como elaboraciones realizadas ya durante la época colonial. Hoy puede afirmarse que los logros de la investigación arqueológica mesoamericana son considerables. Gracias a ellos se ha revelado un impresionante esqueleto cultural, cuyos huesos disperses parecen estar en espera de un soplo de vida que pueda restaurarles algo al menos de su espíritu, su carne y su significado.

 

[caption id="attachment_1021131" align="alignnone" width="696"] Foto: Cortesía Pascual Borzelli Iglesias.[/caption]

El sistema de escritura tradicional mesoamericana hoy día lo entenderíamos en relación con el libro, ¿cuál es su relación como usted dice entre el concepto moderno del libro y la antigua palabra?

—Los testimonios, tanto de españoles como de indígenas, relativos a la existencia de libros y bibliotecas (amoxcalli) en el México antiguo son relativamente abundantes. Antes que nada, conviene recordar que, a pesar de que muchos fueron quemados o sufrieron otras formas de destrucción, hoy en día existen unos quince códices de origen prehispánico. Provienen del Altipla­no Central, el área mixteca y la zona maya. Por sus contenidos pueden ser descritos como tonalámatl, o libros de cuentas de los días y destinos; xiuhámatl y tlacamecayoámatl, libros de los años y linajes, así como de naturaleza histórica, y teoámatl, libros acerca de las cosas divinas. Los códices prehispánicos que se conservan ofrecen ejemplos de estos géneros. Sabemos además, bien sea por referencias a ellos o por la existencia de otras producciones pictoglíficas de los primeros años de la colonia, que había otros géneros de libros. Entre ellos estaban los tequiámatl o matrículas de tributos, los tlalámatl, libros de tierras, especie de registros catastrales, así como mapas y planos de ciudades, provincias y regiones mayores con indicaciones precisas de sus características geográficas más sobresalientes. Y hay referencias (proporcionadas por los sabios y ancianos con los que conversó, entre otros, Bernardino de Sahagún) acerca de los cuica ámatl “libros de cantares” y los temicámatl, “libros de sueños”; estos últimos probablemente relacionados con los tonalámatl o libros de los días y destinos, utilizados para formular diagnósticos y predicciones astrológicas.

¿De qué manera afectó la Conquista el proceso de los glifos?

—La Conquista española no significó el fin de la producción de libros en Mesoamérica nativa. Se han conservado varios conjuntos de códices muy importantes, los cuales son copias de libros prehispánicos o derivados de ellos, si bien algunos participan, en diversos grados, de la influencia cultural europea. Estos códices posteriores a la Conquista incluyen a veces glosas en náhuatl, mixteca, otomí, español e incluso latín. De este modo aparecen como una suerte de puente que une la cultura indígena con elementos extraños a ella provenientes de la nueva sociedad dominante. Aunque algunos de esos códices culturalmente mestizos fueron empleados a veces como una especie de piedra roseta para aproximarse a los contenidos de los libros auténticamente indígenas, es cierto que pueden haber sufrido contaminaciones culturales y, por consiguiente, la información que anotan ha de someterse a un riguroso enseñaban los cantos, discursos, oraciones e historias, utilizando estos libros. Los nahuas incluso se valían de palabras como amoxohtoca, "seguir el camino del libro", o tlapoa, "contar", "recitar", lo que estaba inscrito en él".

¿Cuál es la relación entre cuícatl y tlahtolli, formas de expresión en ná­huatl?

—En mi libro muestro cómo pueden "identificarse en la oralidad prehispánica y el contenido de los códices o libros pictoglíficos las fuentes de las que provienen composiciones que hoy conocemos transvasadas ya al alfabeto latino. De hecho, han podido establecerse varias correlaciones entre algunos textos y el contenido de determinados códices, así como también con la iconografía presente en diversos monumentos ar­queológicos. Tal procedimiento abre el camino para distinguir con sentido critico aquello que proviene de la cultura prehispánica, radicalmente distinto de elementos europeos cristianos que en ocasiones se infiltraron en los tiempos que siguieron al encuentro. Aunque la atención se concentra aquí en lo que ha llegado hasta nosotros de los pueblos nahuas de la región central de México, he tomado también en cuenta formas de conceptualización y expresión de otros grupos mesoamericanos. De ellos, pueden derivarse otras formas de evidencia externa.

Algunos de los documentos nahuas, ¿los podríamos encasillar en un género literario?, o ¿cómo los clasificamos?

—Al estudiar y describir las distintas formas de expresión en náhuatl hay que fijarse en aquello que les es propio y característico. Abarca esto muchos elementos y atributos que van desde las que llamaré sus unidades de expresión, sus elementos no léxicos incluidos en ellas, su ritmo y rasgos estilísticos, hasta sus diversos géneros, de acuerdo con sus propias denominaciones. Justamente el acercamiento a todas estas características no en forma teórica sino acudiendo siempre a las composiciones en náhuatl, serán otra piedra de toque en la valoración del origen que puede atribuirse a las producciones que han llegado hasta nosotros. El análisis de diversos textos en náhuatl permite percibir en no pocos de ellos elementos y atributos que los diferencia, de cualquier composición de origen europeo. La captación de esto en determinados casos viene así a corroborar que se está ante una producción de la tradición cultural prehispánica. A su vez, al identificar casos de contaminación, bien sea en las características de las unidades de expresión o en los rasgos estilísticos en los varios géneros de composición, se tiene un doble argumento. Por una parte, se reconoce que se trata de una producción que no es ya netamente indígena. Por otra, puede percibirse también mejor las diferencias que existen entre los textos contaminados y aquellos que preservan sus atributos originales como creación debida a la tradición anterior a los tiempos del encuentro. Estos son los motivos que me determinaron a incluir en mi estudio las formas de expresión en náhuatl, enmarcándolo ahora a la luz del enfoque crítico que es asunto central del libro.

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