Entrevista con Eduardo Matos Moctezuma 

“Es muy triste ver que en algunos países hay subastas de bienes arqueológicos”

El también antropólogo, quien este año fue galardonado con el Premio Princesa de Asturias, critica la actitud colonialista de algunas naciones europeas; en charla con La Razón, lamenta los recortes para la ciencia y la cultura

Eduardo Matos Moctezuma posa para La Razón el pasado 30 de noviembre.
Eduardo Matos Moctezuma posa para La Razón el pasado 30 de noviembre.Foto: Eduardo Cabrera
Por:

Es la última semana del mes de noviembre cuando el arqueólogo y antropólogo Eduardo Matos Moctezuma recibe a La Razón en su casa. Llega al estudio, saluda y cuando se le pregunta ¿cómo está? responde con humor y amable: “¡Y, sin embargo, me muevo!”. Se le nota contento, apenas, a finales de octubre viajó a Oviedo, España, para recibir el Premio Princesa de Asturias de Ciencias Sociales. Sigue impresionado por la manera en que la entrega de los galardones se convierte cada año en una fiesta en la que todos son partícipes, confiesa que fue una experiencia única y emotiva.

Matos Moctezuma, fundador del Proyecto Templo Mayor y autor de más de 40 libros, fue reconocido por sus aportaciones en la arqueología, que han permitido comprender el pasado con un “extraordinario rigor intelectual”. En esta entrevista charla acerca de lo que significa este importante reconocimiento internacional, de su incursión en esta profesión a la que le ha dedicado gran parte de su vida, de la relevancia de la divulgación de los hallazgos en el antiguo centro ceremonial de los mexicas, de los recortes presupuestales a la ciencia y la cultura, y de la devolución de bienes patrimoniales que se encuentran en el extranjero. No sólo eso, también comparte su gusto por el baile, se describe como un excelente bailador y un apasionado de la música clásica, el tango, las rancheras y el danzón.

¿Con qué se queda de esa experiencia en Oviedo, donde recibió el Princesa de Asturias? Con el orgullo de haber recibido un premio de carácter internacional, son ocho galardones que se otorgan y escogieron a cuatro de los distinguidos para que hablaran, entre esos cuatro me tocó hablar, me fue muy bien. Es un estímulo para continuar adelante, continuar investigando, escribiendo, dando conferencias.

Casi toda una vida dedicada a la arqueología, ¿qué lo inició en este mundo y qué pensaba de esta profesión cuando le interesó? Lo que me abrió las puertas a la arqueología fue la lectura de un libro, por eso siempre recomiendo a los jóvenes que lean mucho, porque en mi caso fue la lectura de Dioses, tumbas y sabios, lo que me apasionó fue el capítulo del antiguo Egipto, estaba en la preparatoria, este título fue el que me decidió finalmente estudiar arqueología. Fui a la ENAH, me inscribí. En la escuela fui conociendo a nuestras sociedades prehispánicas, definitivamente me dediqué al estudio de ellas, sobre todo al del desarrollo en el centro de México.

¿Cuál considera que fue su primer aprendizaje en la arqueología? Quizá ver cómo se dieron en el pasado los procesos de desarrollo de las sociedades, esto es muy importante, porque te permite tener una concepción dialéctica de las sociedades, la arqueología precisamente permite eso, pero penetra en el tiempo al igual que la historia, te da una visión muy amplia de cómo, por qué y de qué manera se dio ese proceso, a lo largo de los siglos.

Sin duda algo que fue un parteaguas en la investigación, la arqueología y su propia carrera fue el Proyecto Templo Mayor, ¿cómo fue la primera vez que vio la Coyolxauhqui, que comienza toda esta indagación que aún perdura? Fue precisamente en 1978, ya vamos a cumplir 45 años de que ocurrió aquel hallazgo fortuito, porque fueron obreros de la Compañía de Luz y Fuerza que estaban trabajando en la madrugada, vieron este monolito, sólo veían una parte de él, pero tuvieron el acierto, que hay que reconocer, de detener su trabajo y avisar al día siguiente al INAH. Esto permitió que primero interviniera el Departamento de Rescate Arqueológico y al mes, el 20 de marzo, ya intervinimos con lo que conocemos como Proyecto Templo Mayor.

Algo que es necesario resaltar es cómo a lo largo de todo ese tiempo, el proyecto ha ido publicando una gran cantidad de libros, artículos, reseñas, catálogos, guías. Siempre ha sido una preocupación mía y de mis colaboradores que tienen a su cargo ya el proyecto, de difundir. Una de las visiones del INAH es la de investigar, formar nuevos cuadros de restauradores e investigadores, y difundir lo que se está conociendo, nunca encerrarnos en nuestra torre de marfil, de investigadores, sino, ese conocimiento que vamos adquiriendo del pasado poderlo transmitir a través de los medios con que contamos.

La arqueología a veces se entiende como una especie de aventura y en realidad es una disciplina que debe actuar con un rigor extremo en su proceso de investigación

Creo que ha sido un acierto porque considero que los mexicanos, aunque no sean cercanos a la arqueología, identifican el Proyecto Templo Mayor. Sí, es un fenómeno interesante porque recuerdo, cuando se inauguró el museo que está junto a la zona arqueológica del Templo Mayor, en 1987, al día siguiente yo me paseaba para ver qué era lo que escuchaba de los visitantes, saber el impacto, me impresionó mucho ver a una familia, el papá, la mamá y dos hijos, gente sencilla, que de repente llegan ante la escultura de barro sorprendente de un guerrero águila y escucho al papá que con gran orgullo se dirige a sus hijos y les dice: “Miren, yo vi cuando esta pieza salió”, se refería a que los medios habían cubierto muy ampliamente todo el proceso de excavación. Eso me impresionó mucho, que se sintieran involucrados y tiene que ver con la difusión, que es fundamental para dar a conocer nuestro pasado.

¿También permitió que la manera en que se investigaba cambiara? Sí, por lo general, se tiene la idea errónea de que la arqueología es llegar con un pico y una pala, sacar la tierra, encontrar objetos bonitos, y eso no es, va mucho más allá y cuenta con el apoyo de otras disciplinas científicas: la química para determinados análisis, la geología, la biología, el apoyo de restauradores, para obtener con mayor precisión el dato y poderlo investigar e interpretar. La arqueología a veces se entiende como una especie de aventura y en realidad es una disciplina que debe actuar con un rigor extremo en su proceso de investigación.

Por otra parte, algo que ha llamado la atención en esta administración es la lucha por la recuperación del patrimonio que se subasta, ¿qué le parecen estos esfuerzos? Creo que es muy importante tratar de recuperar objetos que se encuentran en el extranjero, es muy conocido el caso del famoso penacho de Moctezuma, que fue solicitado por México hace varias décadas para que fuera devuelto a su lugar de origen, y así tenemos varios ejemplos de esa riqueza cultural que por ley pertenece a México, es muy triste ver que en algunos países, sobre todo europeos, se llevan a cabo estas subastas, donde los materiales no sólo de los pueblos mesoamericanos, sino de otros países, son subastados al mejor postor, creo que eso no debe ser y debe tratar de lograrse el retorno de estos materiales a su lugar de origen.

Otro de los proyectos de este gobierno es el Tren Maya, del cual se ha derivado el hallazgo de miles de piezas arqueológicas, ¿qué retos representa esto? Hay que verlo desde tres puntos de vista: el humano, es decir, los asentamientos que hay a lo largo de ese tramo y de qué manera o no van a ser beneficiados; por otro lado, el aspecto ecológico, obviamente un trabajo de esta envergadura afecta estos aspectos y digamos se tenía que haber previsto mucho eso; y tercero, el arqueológico, que en la medida de lo posible el INAH está atendiendo a través del rescate arqueológico.

Esto supone un desafío, pero hemos visto que el INAH ha estado mermado en cuanto a recursos… No creo que solamente del instituto, hemos visto recientemente cómo se han restringido ya desde hace pocos años los fondos para áreas de cultura y de ciencia, eso no debe ocurrir, porque hay tres factores, entre otros, que hacen grande a un país: su cultura, su desarrollo científico y su educación, entonces no se deben restringir esos fondos.