Antifaz

OJOS DE PERRA AZUL

Antifaz
AntifazFoto: Cortesía de la autora
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Mi cara no es la mía, no es la que crees. Soy una serie de máscaras, cada día una diferente para ser muchas, siempre yo, otra y la misma. Las he ido adquiriendo en los distintos viajes que he hecho por el mundo. Son mis cientos de rostros, los que presento al exterior, a ti, a toda la gente que supone conocerme. Quiero que vean mi multiplicidad, lo proteica que soy en mis diversas personalidades. Mis varias voces se proyectan, mi yo se transforma a voluntad, hago de la metamorfosis, mi virtud. No disimulo mi lábil naturaleza, mi inestable personalidad. Al usar una u otra muestro mis pasiones, no oculto los deseos, exhibo la variedad de sentimientos que anidan en mi interior. Con ellas me defiendo para que nadie penetre en mi identidad. Me he acostumbrado a vivir hecha de caretas, atrapada en la textura que me cubre, las risas suenan como ecos, las lágrimas no brotan. No me reconocerías si me las quitara, no sabrías quién soy, tampoco yo.

SOY UN LOBO con pelo oscuro, natural, ojos amarillos. Al utilizar esa máscara se aceleran mis instintos animales, me vuelvo salvaje, me hace aullar bajo la luna llena. Fui tallada como diosa azteca del amor en tiempos ancestrales, decorada con zarcillos de bronce y obsidiana. Ofrece confianza para acercarme a los hombres que me gustan.

El antifaz veneciano tiene plumas rojas a su alrededor, semeja un pájaro. Vuelo libre, dejo atrás las convenciones, las ridículas normas de la sociedad.

Soy una serie de máscaras, cada día una diferente para ser muchas, siempre yo, otra y la misma

Hay una con la que encarno al personaje principal de un drama de Shakespeare. "Ser o no ser" siempre ha sido mi cuestión. Tengo dos, una blanca y otra negra, capaces de cambiar de expresión en un instante, de albergar mil ritmos, de contradecirse, reír y llorar. Con la de El Santo lucho contra los maleantes, con la del Hombre Araña tejo mis redes seductoras, con la antigás no me sofocan los necios que me rodean. En el teatro kabuki, la japonesa me convierte de mujer a demonio debido a mis oscuras obsesiones y celos. Mi favorita es la de bufón, me río de los poderosos, los ridiculizo. Con la del diablo con cuernos tiento a los maridos voluptuosos y a las niñas bien, tan recatadas.

Me despojo de las caretas que representan mi existencia. Busco mi propia cara que no encuentro, no sé qué hay en el fondo, ni quiénes somos, engaños de las formas que nos sirven para asumir la nada que somos en esta tramposa realidad.

*Bebe de mi vaso comunicante.