“El teatro universal no existe”

“El teatro universal no existe”
Por:
  • alicia_quinones

Nacido en la Ciudad de México en 1978, Roberto Eslava ha desarrollado una carrera artística que transita entre pensar el teatro en su forma tradicional y la innovación escénica a través de la interdisciplina y de asumir papeles diversos, entre ellos, por mencionar algunos, los de director, actor y músico. Con sus apuestas escénicas, Eslava intenta dar un giro a la escena mexicana, retomando las preguntas que dejaron maestros como Jerzy Grotowski o la sólida escuela danesa del Odin Teatret. Roberto es maestro en Dirección Escénica por la Escuela Nacional de Arte Teatral del Instituto Nacional de Bellas Artes. Actualmente cursa el Doctorado en Artes y se ha desempeñado como director, actor, músico, académico y locutor de radio. Con veinte años de experiencia profesional, ha actuado y dirigido varios montajes en México, Noruega y Dinamarca. Ha tomado cursos de especialización con el grupo Piesn Kozla Teatr y con el Grotowski Center en Wroclaw, Polonia, así como con el Odin Teatret en Holstebro, Dinamarca. Fue miembro de la agrupación Thud, Moving Endangered Spaces, la cual tiene sede en Bergen, Noruega, además de ser director artístico de su propia compañía: Traslapo Teatro.

El camino que has construido como creador camina entre la concepción del teatro y el ejercicio de ese arte. ¿Cómo ha surgido esta apuesta?

Yo inicialmente estudié para ser actor, disciplina que no he dejado de ejercer. Estudié en la escuela de Arte Teatral, ahí hice la licenciatura en actuación y después por la oportunidad que me brindó Bruno Berth, maestro de la Escuela Nacional de Arte Teatral, pude asistir al Odin Teatret de Dinamarca. Pude conocer un poco el trabajo que ha hecho un grupo tan emblemático como ese. Fue muy importante para mí, pero también lo fue convivir con personas de otras partes del mundo. A partir de ahí recibí la oportunidad de ir a trabajar a Noruega, años después, donde realmente se conformó Traslapo Teatro: se trató del primer proyecto que desarrollamos, un trabajo multinacional que creamos dos actores, un colega noruego y yo, dirigidos por una directora israelí. Desde ese punto fue conformándose esta visión, a la que tiempo más tarde añadí la música. A lo largo de mi vida, en mi teatro siempre ha estado presente la música y en algún momento me llegué a preguntar cuál era su punto de unión.

Es donde entra la interdisciplina y tu vivencia en Polonia…

Con esas experiencias me di cuenta de que había otra posibilidad en la escena, en la cual se desdibujaba el lenguaje tradicional, aquel en el que el teatro depende únicamente de un texto dogmático. Entonces decido ir a Polonia, a colaborar con el grupo Piesn Kozla Teatr. Ellos tienen una manera muy específica de trabajar, en donde la música, el teatro y el cuerpo están todo el tiempo involucrados. Yo quería explorar esos cruces. Después de eso quise de alguna forma tener la oportunidad de seguir explorando, aunque en México tenía pocos espacios para un laboratorio de este tipo, así que decidí hacer mi propio espacio. Desde ahí, cada uno de los montajes ha sido un poco inspirado por esa idea y por otras que se han añadido a lo largo del camino. Exploro tanto los temas que me interesan como este tipo

de teatro del que hablo, que a veces tiene un poco más de acento en el texto, como Los fragmentos de Mary, aunque es una obra de otra naturaleza. Lo importante es que no sólo el texto está en el centro: también lo están el cuerpo o la voz. Así creamos este laboratorio que, más que nombrarlo una compañía, me gusta concebirlo como una plataforma en la que pueden darse procesos de investigación como estos que menciono.

"Lo importante es que no sólo el texto está en el centro: también lo están el cuerpo o la voz. Así creamos este laboratorio”.

¿Qué tan vigentes son, tanto en escenarios mexicanos, polacos o noruegos, las propuestas de Grotowski o el Odin Teatret, que marcaron una tendencia importante en el teatro mundial?

Es una pregunta amplia. De hecho, uno de los elementos de mi tesis de doctorado se enfoca en ese punto. Es un tema complejo: al igual que muchas otras propuestas que fueron reformadoras en el teatro del siglo XX, creo que lo siguen siendo en el teatro del siglo XXI. Lo que se mantiene vigente es la reflexión a partir de la cual ellos pusieron el cuerpo al centro del hecho escénico, y le devolvieron también el papel creador tanto a actores como a actrices. Ellos proponen que, pese a que existe la figura de un director, la construcción en escena es creación del actor. Ya no existe sólo esa visión tradicional donde el actor únicamente es el intérprete de un texto dramático, en la que el director llega y le pone un trazo escénico. Más bien, estos pensadores del teatro llevaron a cabo una reflexión donde el actor se vuelve lo central. Pueden dejar de existir muchas cosas en la escena, pero no puede dejar de estar el actor; puede incluso no haber un texto dramático, director, luces ni pases escénicos, pero sin actor el teatro simplemente no existe. Pienso que su legado sigue siendo muy vigente por las preguntas que nos han dejado, entre ellas, si el teatro puede ser algo más. Yo creo que sí.

Has tenido la oportunidad de explorar los escenarios en al menos tres países. ¿Qué tanto un teatro mexicano o latinoamericano funciona en otros escenarios, en función de las diferencias de caracteres?

Cuando uno egresa de la escuela piensa que el teatro es universal y la realidad es que no. Durante muchos años tuve la oportunidad de trabajar en Noruega con una compañía que no necesariamente era teatral, sino multidisciplinaria: Thud, Moving Endangered Spaces (Moviendo espacios en peligro de extinción), en donde sólo éramos dos actores. El hecho de trabajar con ellos me permitió tener otra perspectiva. Para mí era muy extraño, porque me preguntaba qué es lo que la gente veía allá. Yo no sabía si podrían funcionar en México espectáculos como el que nosotros hacíamos, y no era por un asunto de avance sino de diferencias. Me parece que a nosotros nos interesan otro tipo de cosas, pero lo cierto es que también hay que tener cuidado con ideas de este tipo, porque podemos caer en señalar a los públicos. Simplemente creo que la recepción es diferente. No quiere decir que un montaje de otro país no lo vayamos a entender aquí. Me parece que la manera que tenemos de hacer teatro en México es distinta a la que hay en otros países, tenemos maneras diversas de nombrar las cosas y asumir la realidad. El teatro tiene que ver con la cultura, con la tradición, con cómo miramos y vivimos el mundo. Cada pueblo tiene su teatro y pienso que cada pueblo tiene que explorar su teatro.