Prodigy sin Firestarter

Prodigy sin Firestarter
Por:
  • rogelio_garza

El vocalista de Prodigy, Keith Flint, se suicidó a principios de marzo a los 49 años en su casa de Essex. Fue un tipo coherente con el pensamiento punk al que se aferró desde adolescente siguiendo a The Jam: vivir al límite y morir antes de ser viejo. Como delantero del grupo fue un icono de intensidad y explotación sensorial en los noventa, bailando con un pie en el mundo análogo y el otro en el digital, energía incontenible en el escenario de su vida. No conoceremos los motivos reales, pero colgándose confirmó su estatus extremo. Nombre de pirata, cuernos verdes y vocación incendiaria.

En los noventa todos reventamos con Prodigy, la contraparte inglesa de Ministry, intersecciones entre la música electrónica para bailar (techno, dance, industrial) y el rock potente para desmadrar (punk, metal, speed). Prodigy surgió de la movida Acid House (dance, tripis, happy face) por el célebre mixtape que el pianista, productor y diyei Liam Howlett le grabó a Flint, coreógrafo y cantante. A partir de ese casete decidieron colaborar en un proyecto cuyo nombre salió del Moog modelo Prodigy. Descabezaron los primeros raves, aquellas fiestas de electrónica, MDMA, LSD y bebidas inteligentes que salieron del subterráneo para volverse multitudinarias. Con ellos también jalaron el vocalista y coreógrafo MC Maxim y el tecladista Leeroy Thornhill. La cosa se puso más interesante cuando metieron guitarristas, bajistas y bateristas, algunos de  ellos muy buenos.

"Flint Era bailarín, corredor de motos GP, dueño del equipo Team Traction Control, boxeador".

Grabaron una decena de discos aceleradísimos, sampleando desde The Who y Michael Jackson hasta las Breeders, y detonaban la locura en vivo (rave), como lo atestiguamos acá en 2005 y 2016 cuando pasaron a desperdigar sus brillantes beats. Flint empezó a cantar en el gran  The Fat of the Land de 1997, arrollador número uno en Inglaterra y Estados Unidos, la música que poníamos para trabajar en la agencia a las tres de la mañana hasta el cepillo de cualquier sustancia que nos mantuviera despiertos y creativos. Always Outnumbered e Invaders Must Die son estupendos, pero el disco del cangrejo en guardia es la mejor producción de Howlett y contiene sus mega hits, la polémica “Smack My Bitch Up” con ese solo de voz que causa asfixia, “Breathe” y el tema de Flint, “Firestarter”: Soy el iniciador de problemas, instigador punk, soy un adicto al miedo, un peligro ilustrado.

Una vida con el vértigo musical de Prodigy. Era bailarín, corredor de motos GP, dueño del equipo Team Traction Control, boxeador, practicaba jiu jitsu, tuvo un pub y una banda de punk llamada Flint, con la que grabó Device #1. Nada mal para un adolescente disléxico que abandonó el colegio a los quince años. Al final vivía con sus perros y sus caballos, antes de dar el último concierto el cinco de febrero en Nueva Zelanda. Un mes después llegó al más allá como demonio montado en la Suzuki GSX-R1000. Live fast, die young.