Chicos buenos: el encanto del soez mal gusto

Chicos buenos: el encanto del soez mal gusto
Por:
  • jesus_chavarria

A veces basta con un pequeño y nada rebuscado giro en la perspectiva para encontrar el camino adecuado y otorgarle una más que necesaria bocanada de aire fresco a fórmulas que han sido explotadas hasta el cansancio, y que pareciera que no importa quien las retome pues ya no tienen nada que ofrecer.

Ese es el caso de Chicos Buenos, una producción estadounidense que, haciendo honor a su título, sigue los pasos de un grupo de preadolescentes que, más allá de que a la hora de lidiar con los típicos problemas de su edad --que van desde la necesidad de ser aceptados por sus compañeros de escuela, hasta la angustia de querer asistir a una “fiesta de besos” sin saber cómo es que estos tienen que darse-- terminan por inmiscuirse en una serie de situaciones que rayan en lo escatológico y soez; pero que, en realidad, tienen la mejor de las intenciones y, por lo general, sus acciones son impulsadas por la ingenuidad e, incluso, la inocencia.

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Es precisamente esta circunstancia la que el director y también guionista, Gene Stupnitsky --recordado por la serie Hello Ladies (2013)-- aprovecha al máximo para elaborar una clásica comedia disparatada e irreverente para adultos, pero protagonizada por niños --entre ellos Jacob Tremblay, visto recientemente en Depredador (2018)--, en donde el humor depende de la poca o nula conciencia que éstos tienen respecto a las implicaciones vulgares, escatológicas y hasta sexuales de lo que están viviendo; y la perspicacia del público que se da cuenta de todo y se debate entre el candor infantil y el mal gusto de los chistes.

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La estridencia, que es uno de los principales recursos, llega a ser algo cansino y, por momentos, el relato raya en lo repetitivo.

Sin embargo, se agradece que, desde un principio, todo suceda sin demasiados rodeos; además, el ya mencionado contraste entre el tono de las situaciones que están elaboradas siguiendo al pie de la letra la receta, y la naturaleza de los personajes cuya química es innegable, resulta suficiente para sostener un vehículo de entretenimiento que, sin ser nada del otro mundo, ofrece algo de novedad al subgénero; tiene encanto no se toma nunca demasiado en serio; hasta cumple con el típico mensaje sobre crecer, madurar y dejar ir.

Evidentemente Chicos buenos no es para todos los gustos, pero dejará satisfechos a todos aquellos que disfrutan de conceptos tipo American Pie (1999) y similares.

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