Good boy perturbadora con un terror retorcido

Definitivamente, Good Boy, del director Viljar Bøe —Til Freddy (2020)—, daba para una propuesta no sólo retorcida sino muy interesante y acorde a nuestros tiempos, al tratarse sobre una chica que a través de una aplicación de citas conoce y se relaciona con un joven y atractivo millonario, quien tiene en su casa a un hombre vestido de perro y que se comporta como tal.

Con una pulcritud excesiva de planos y minimalismo, el largometraje evidencia las tendencias compulsivas del protagonista Christian, en contraste con el comportamiento despreocupado y algo desordenado de Sigrid, quien abrirá la puerta para que surjan las necesarias preguntas: ¿Está dispuesta a mantener una relación con alguien que vive acompañado por tan extravagante mascota?, ¿quién es esta persona que deambula en cuatro patas?, y lo más importante, ¿por qué ha decidido asumirse así y por qué está ahí? 

Todo de inicio, en realidad es intrigante y perturbador ,gracias a una trama sólida en complicidad con la estética que busca y consigue inquietar al espectador apuntando trastornos de identidad e insólitos casos de transespecie —como el del británico Tom Peters, quien se siente un dálmata y pide ser reconocido así—, ofreciendo desconcertantes justificaciones que mantienen el interés, pues son situaciones que vemos en la realidad, no sólo con Peters, el año pasado destacó en las noticias un grupo de personas que se manifestó en Berlín, Alemania, para reivindicar su derecho de que los identifiquen como caninos.

Sin embargo, en la cinta, el problema es cuando llegan las verdaderas respuestas a los cuestionamientos que plantea Sigrid, todas caen en las obviedades alejándose de cualquier tipo de exposición con respecto a la psique de los protagonistas y sus patologías, como la propia película venía prometiendo que haría, prefiriendo la salida fácil y adentrándose en los caminos más convencionales del thriller, pero sin la habilidad suficiente para ejecutarle cayendo en reacciones que rayan en lo inverosímil. 

Aun así, esta película venida desde Noruega es llamativa como ejercicio y deja en el aire la idea de que el tema podría volver a abordarse de manera más comprometida y sacándole mucho mayor provecho en otro trabajo fílmico. El largometraje ya se puede ver en México.