Incertidumbre

Incertidumbre
Por:
  • arturo-damm

La economía mexicana decreció 0.1 por ciento el año pasado, cifra estadísticamente irrelevante, pero económicamente preocupante. Yo lo llamo el atorón.

¿Qué quiere decir que la economía decreció 0.1 por ciento en 2019? Que la producción de bienes y servicios para el consumo final, el Producto Interno Bruto, resultó 0.1 por ciento menor que en 2018. ¿Por qué preocupa?  Porque el problema económico es la escasez (no todo alcanza para todos, menos en las cantidades que cada uno quisiera, y mucho menos gratis), y una de las condiciones para minimizarla es que la producción de satisfactores crezca lo más posible. El año pasado no solo no creció (malo) sino que decreció (peor).

¿De qué depende la producción? De las inversiones directas destinadas a producir bienes y servicios, crear empleos y generar ingresos. ¿De qué dependen dichas inversiones? De la confianza de los empresarios. Así las cosas:  mayor confianza = más inversiones = más producción = más crecimiento.

Ya tenemos el Indicador de Confianza Empresarial para febrero y, con relación a la pregunta de si el actual es un buen momento para invertir directamente en el país, el índice se ubicó en 47.8 unidades. Un año antes, febrero de 2019, fueron 52.0. El índice va de 0 a 100. 0 es total desconfianza y 100 total confianza. Entre 0 y 50 hay desconfianza, entre 50 y 100 confianza. En un año los empresarios pasaron de la confianza a la desconfianza, y ello se tradujo en menos inversiones directas y la consecuencia inevitable: el atorón.

Dada la cancelación de la construcción del NAICM en Texcoco, decisión equivocada que frenó en seco a la economía, muchos empresarios se preguntan qué garantiza que AMLO no tome otras decisiones semejantes en el futuro. Nada ni nadie, lo cual ha generado un entorno de incertidumbre, que es veneno puro para la confianza empresarial, para las inversiones directas, para la producción, incertidumbre que se suma a la incertidumbre propia de la actividad empresarial (¿cómo se comportarán los consumidores?, ¿cómo reaccionará la competencia?, etc.).

Si a la incertidumbre propia de la actividad empresarial se le suma alguna otra, sobre todo si proviene del gobierno, el resultado puede ser el que ha sido, el atorón, ante el cual el gobierno debe hacer algo. ¿Qué? Eliminar la incertidumbre que él mismo genera.

Esta, eliminar la incertidumbre proveniente del gobierno, debe ser la tarea principal del Gabinete para el Crecimiento Económico, que encabeza Alfonso Romo, quien se comprometió a que, a más tardar a finales de febrero, daría a conocer el programa para la reactivación de la economía. Ayer, 5 de marzo, no hay nada. Esta es la seriedad con la que la 4T se toma el grave problema del atorón.