Arturo Vieyra

Recesión, recuperación y cautela

BRÚJULA ECONÓMICA

Arturo Vieyra
Arturo Vieyra
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El reciente dato oportuno de crecimiento del PIB en México, sin duda, es una gran decepción. La caída en el segundo trimestre de -18.9% respecto al mismo periodo del año anterior, promovida por el confinamiento de las personas y la parálisis de la producción, ubica a ésta última en el nivel que se tenía hace casi una década.

El pesimismo generado por la reciente cifra ha sido importante. No es para menos, la economía mexicana se encuentra en medio de una crisis de dimensiones únicas. La pérdida de empleos con el consiguiente deterioro en la calidad de vida de muchos mexicanos es considerable. Tomará varios años regresar a los niveles de producción previos a la crisis.

Sin embargo, guardando las debidas proporciones y reconociendo la enorme magnitud del daño sobre la economía mexicana, como hemos mencionado en este espacio, ya hay evidencias del inicio de reactivación económica.

En este sentido, el propio dato del PIB del segundo trimestre lleva implícita una señal de que el fondo de la crisis se tocó en mayo y hay reactivación en junio (dado que se conocen los datos de producción nacional de abril y mayo). De acuerdo con estimaciones propias, hay una importante recuperación durante junio respecto a mayo con un crecimiento de 9%. Los crecimientos de la industria y los servicios en junio pueden ser importantes (16.5% y 8.5%, respectivamente). No obstante, el nivel de actividad total todavía habrá estado 12.4% por debajo de junio del año anterior.

Asimismo, se han dado a conocer otros indicadores como las ventas comerciales, de automóviles, de comercio exterior y de remesas que apuntalan mejor desempeño a partir de junio. Cabe destacar el caso de las remesas familiares que, con el sorpresivo incremento en junio de 11%, alcanzaron un nivel récord medidas en pesos y en dólares, apoyando las expectativas de reactivación del consumo privado ya que estos ingresos tienen un peso aproximado del 4% del consumo y un impacto directo sobre 10 millones de familias.

Así, entre el gran pesimismo que genera la enorme caída de la producción nacional en abril y mayo y las señales de reactivación que ya evidencian algunos indicadores, se sesgan distintas versiones entre analistas independientes y la visión oficial sobre la economía.

Considero que, en esta dicotomía entre pesimismo de algunos analistas y el optimismo oficial, tiene mayor ponderación la visión pesimista. Si bien hay razones fundamentadas para pensar en una pronta reactivación, los riesgos negativos sobre el crecimiento son muy grandes, particularmente por el desarrollo de la pandemia en México y el mundo.

El número de contagios diarios es creciente, aunque el ritmo de crecimiento de éstos ha disminuido, la tendencia al alza no cede, ello puede llevar inevitablemente a un nuevo periodo de confinamiento social con la consiguiente parálisis económica. Por ello, los resultados que hasta ahora se observan en materia de recuperación deben ser tomados con cautela. La responsabilidad de la sociedad para guardar las normas de distanciamiento es ahora más importante que nunca para no dar marcha atrás. Si puedes, mejor quédate en casa.