Bernardo Bolaños

Energía y ciencia: el consejo de Macron

ANTROPOCENO

Bernardo Bolaños *Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
Bernardo Bolaños 
*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
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En pleno déficit por la pandemia, Emmanuel Macron anunció 30 mil millones de euros para hacer surgir las empresas francesas del futuro. Más vale, explicó, endeudarse en euros que desindustrializarse y tener una población de desempleados, incluidos jóvenes. Un país que trabaja y que es soberano puede pagar sus pasivos financieros (ahí están Alemania y Japón después de la 2ª Guerra Mundial). Pero un país sin tecnología y empresas propias, está condenado a trabajar para otros.

“Tenemos una fortaleza —dijo—: nuestro modelo social y educativo. Contamos con una debilidad, ya no poseemos el modelo productivo que nos permite financiarlo. Ésta es nuestra gran inconsistencia. No creo que seamos capaces de reducir nuestro modelo social. Es complicado, en democracia, decir a los ciudadanos: ‘vamos a quitarles sus derechos, en masa’”. Por ello, concluyó: “Quiero que encontremos un círculo virtuoso que consiste en innovar, producir, exportar y así financiar nuestro modelo social”.

La lucidez y sinceridad del presidente Macron se convierte en advertencia a la 4T, que pretende fortalecer el modelo social, pero sacrificar la manera de financiarlo; multiplicar las becas, pero hacerle el fuchi al cambio tecnológico.

Cierto, Macron y AMLO, ambos, hablan de soberanía. Pero mientras Macron piensa en hidrógeno verde, AMLO nos condena al combustóleo. Francia piensa en acumular capacidades para lograr la hidrólisis que le dé combustible limpio, la 4T cree que basta con tener agallas para nacionalizar el litio. Mientras los galos ven unidas la innovación tecnológica y la industrialización, el talento y el capital, a los científicos y a las empresas, los políticos 4T creen, de facto, que soberanía significa que las empresas paguen más cara la electricidad. Están dispuestos a construir la “autarquía energética” (como la llama Sheinbaum) a costa de los pulmones de los niños y de la competitividad de la industria.

Macron se cuida de caer en el nacionalismo que aislaría a Francia. La vacuna contra Covid-19, expone, fue una bendición aunque a su país le llegara de fuera. Muy distinta actitud de la de Cuba, que esperó angustiosamente su vacuna propia, con costos sociales y políticos muy altos.

Transcribo una última cita del presidente francés: “Lo que necesariamente debemos hacer con el hidrógeno, es no repetir los errores que hemos cometido con las energías renovables. Hemos invertido muy poco en oferta y capacidad para desarrollar este sector. Lo dejamos escapar”.

En vísperas de la discusión de la Reforma Eléctrica y de la ley de ciencia en México, se agradece que Macron argumente en voz alta. Estamos repitiendo los anteriores errores de los franceses, al invertir en lo conocido y obsoleto, en vez de desarrollar los sectores del futuro. El Estado se desvive por terminar una refinería y persigue a sus propios científicos. Nadie habla de apoyar con capital de riesgo a los jóvenes mexicanos que estudiaron tecnologías digitales, ingeniería biológica o robótica. Aunque le suene “neoliberal”, AMLO debería enterarse lo que hacen las empresas startup por la soberanía.