Gabriel Morales Sod

Nayib, el rockstar del populismo latinoamericano

VOCES DE LEVANTE Y OCCIDENTE

Gabriel Morales Sod *Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
Gabriel Morales Sod 
*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
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Hay pocos casos tan peculiares como el del presidente de El Salvador, Nayib Bukele, un pequeño empresario, de origen palestino, que ha utilizado los métodos del populismo internacional para tomar el poder, destituir a tribunales y jueces disidentes; y, en lo que parece ya casi un hecho, terminar con el pacto democrático de la posguerra civil y legalizar su propia reelección.

Unos cuantos minutos por su cuenta de Twitter bastan para captar por completo la atención de cualquier espectador. Sus dos últimos videos publicados bastan para conocer al personaje. En su video navideño, Nayib aparece con su esposa, una exbailarina, y su pequeña hija, con un fondo digno del Palacio de Buckingham. La producción es de la mejor calidad y la compostura de la familia recuerda a los famosos videos de Nancy y Ronald Reagan. En el segundo video, Nayib aparece en un podio en medio de una nueva carretera dando un discurso a supuestos espectadores con lentes de sol y una chamarra de cuero. Como un rockstar, Nayib enlista uno tras otro los avances de la infraestructura en su gobierno; mientras, al sonido de una música épica, tomas cinematográficas con los mejores drones del mercado se intercambian con videos de maquetas de los proyectos que el gobierno promete construir.

El presidente proyecta una imagen completamente ajena a la realidad de uno de los países más pobres y violentos de América Latina. Una familia perfecta, joven, ostentosa, un presidente distinto a cualquier otro, que en lugar de un político parece un cantante. Los videos de Nayib parecen falsos, su discurso un acto, pues es imposible saber la veracidad de sus palabras sin poder ver sus ojos detrás de los lentes de sol. No importa. Lo que cuenta es el espectáculo, y es precisamente este espectáculo el que le ha permitido incrementar su poder.

La llegada de Nayib a la presidencia, aunque un tanto inverosímil a primera vista, parece en retrospectiva casi natural. Después de terminada la guerra civil a principios de la década de 1990, dos partidos, el FMNL, de izquierda, y Arena, de derecha, dominaron por completo la escena política, alternándose en el poder. Sin embargo, mientras que el país continuó hundiéndose en la violencia, y la desigualdad creciendo, unos tras otros los políticos de ambos partidos cayeron en desgracia por escándalos de corrupción. Al igual que muchos otros líderes, como Trump y Bolsonaro, quienes ganaron el apoyo de la población con el argumento de ser ajenos a las élites políticas, Nayib construyó su carrera política atacando a la vieja guardia. Sin embargo, éstos fueron sólo los primeros enemigos públicos del presidente, a ellos les siguieron los medios, los tribunales electorales, las cortes, y ahora su gobierno planea un ataque a la sociedad civil con el argumento de que George Soros trabaja para destituirlo ¿les parece familiar? Varios periodistas han reportado coches sin placas que los siguen por San Salvador.

En quizás el más extraño de sus movimientos este año, Nayib declaró el Bitcoin como moneda nacional, creando una enorme incertidumbre económica. Sus niveles de aprobación quedaron intactos. En la descripción de su Twitter está escrito: CEO de El Salvador; una fantasía bizarra, sobre todo en un país que el capitalismo desenfrenado ha destrozado a su paso.