Guillermo Hurtado

Cien años de la Facultad de Filosofía y Letras

TEATRO DE SOMBRAS

Guillermo Hurtado*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
Guillermo Hurtado
*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
Por:

El 22 de agosto de 1924 se emitió el decreto que fundó la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Nacional de México. Antes de que dicha Facultad fuera creada, los estudios humanísticos se realizaban dentro de la Facultad de Altos Estudios, que había sido instaurada en 1910, junto con la propia Universidad.

Un siglo de labores de docencia, investigación y difusión no pueden resumirse en un artículo tan breve como éste, pero lo que quisiera expresar, aunque sea de manera compacta, es la enorme repercusión que la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM ha tenido en la cultura mexicana.  

Hago votos para que el primer centenario de la Facultad de Filosofía y Letras se celebre por todo lo alto, como es debido. La comunidad de profesores, alumnos, trabajadores y egresados de la Facultad no puede dejar pasar esta efeméride sin hacer un ejercicio de reflexión sobre el ayer, el hoy y el mañana de una de las instituciones académicas más prestigiosas de nuestro continente

La Facultad ha sido el foro más destacado de las humanidades en México. La lista de los eminentes filósofos, historiadores, lingüistas, filólogos, clasicistas, dramaturgos, pedagogos, bibliotecólogos, archivistas, gestores culturales, latinoamericanistas, antropólogos y geógrafos que ha pasado por la Facultad es larga y prestigiosa. Cuando repaso los nombres que aparecen en esa nómina me enorgullece haber estudiado en esa institución y me honra haber sido parte de su cuerpo docente. Están ahí mis maestros, los maestros de mis maestros e incluso, los maestros de los maestros de mis maestros. Y también mis alumnos y los alumnos de mis alumnos. Hablamos de una comunidad en el sentido más hondo y vibrante de la palabra; no sólo de una comunidad epistémica, es decir, de un grupo de personas reunidas para producir conocimiento, sino de lo que podríamos llamar una comunidad espiritual, es decir, de un grupo de mujeres y hombres reunidos para alcanzar los mismos ideales y cumplir con los mismos valores.  

En la introducción al magnífico libro Setenta años de la Facultad de Filosofía y Letras (UNAM, 1994), su directora en aquel entonces, la Dra. Juliana González Valenzuela, dijo algo que puede resultar extraño para quien no sepa lo que se fragua dentro de sus aulas. La cito: “Lo que, en última instancia, se hace en esta Facultad es ejercer las primitivas acciones de “leer”, “escribir” y “pensar, en su más alto y a la vez más profundo y creativo sentido.”  

La Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM, en una foto de archivo.
La Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM, en una foto de archivo.Foto: Cuartoscuro

Para entender la declaración de la Dra. González, hay que exprimir los verbos, “leer”, “escribir” y “pensar” para sacar de ellos su última gota. Leer lo puede hacer casi cualquiera, pero leer de manera crítica, teórica y erudita lo pueden muy pocos. Sólo así se logran entender a cabalidad las grandes obras de la civilización, como la Odisea o la Divina Comedia o el Quijote. Algo semejante se puede decir sobre la escritura. Escribir lo puede hacer casi cualquiera, pero dominar el arte de las letras, conocer todas sus avenidas, sus atajos, sus recovecos es algo que poquísimos pueden lograr. Todo se resume en el pensar, porque leer y escribir son formas superiores del pensamiento humano. Para seguir con la misma fórmula, digamos cualquiera con dos dedos en la frente es capaz de pensar algo, pero pensar como quien vuela por los aires o como quien se sumerge en las profundidades del océano o como quien descubre nuevos mundos lo hacen muy pocos. Para pensar así hay que dedicar muchos años al estudio más intenso, a la disciplina más rigurosa, a la crítica más exigente. Los jóvenes alumnos que ingresan cada ciclo escolar a la Facultad de Filosofía y Letras entran sin saber leer, escribir y pensar de la forma que he descrito aquí. Durante años se ejercitarán en la práctica disciplinada de leer, escribir y pensar, bajo la dirección de sus maestros, hasta alcanzar el nivel deseado. Su logro no sólo será personal, también será de todos los mexicanos, ya que, al sustentar con sus recursos a la Universidad Nacional Autónoma de México, ellos serán también —aunque quizá no siempre les quede claro— beneficiarios indirectos de esos logros culturales que enaltecen a la patria.  

Para pensar así hay que dedicar muchos años al estudio más intenso, a la disciplina más rigurosa, a la crítica más exigente. Los jóvenes alumnos que ingresan cada ciclo escolar a la Facultad de Filosofía y Letras entran sin saber leer, escribir y pensar de la forma que he descrito aquí. Durante años se ejercitarán en la práctica disciplinada de leer, escribir y pensar, bajo la dirección de sus maestros, hasta alcanzar el nivel deseado

Hago votos para que el primer centenario de la Facultad de Filosofía y Letras se celebre por todo lo alto, como es debido. La comunidad de profesores, alumnos, trabajadores y egresados de la Facultad no puede dejar pasar esta efeméride sin hacer un ejercicio de reflexión sobre el ayer, el hoy y el mañana de una de las instituciones académicas más prestigiosas de nuestro continente.