Horacio Vives Segl

Los amigos de Putin en el barrio latino

ENTRE COLEGAS

Horacio Vives Segl*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
Horacio Vives Segl
*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
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Vladimir Putin cumplió el viernes pasado 70 años y pareciera que fue la ocasión propicia para que algunos gobiernos y líderes de América Latina se deshicieran en halagos hacia el autócrata ruso, decidiendo, así, de qué lado de la Historia se quieren colocar.

Dentro de la penosa lista, Nicolás Maduro ocupa, por supuesto, un lugar preponderante. A los pocos días de la invasión rusa a Ucrania, ni tardo ni perezoso llamó a Putin para mostrarle su “fuerte apoyo” en su guerra de agresión. En su cuenta de Twitter, Maduro afirmó que “en Venezuela tiene amigos de verdad”, y acompañó el mensaje con un video cursi y zalamero con momentos cercanísimos de Hugo Chávez y del propio Maduro con Putin.

Bolivia no se podía quedar atrás. También, en su momento, el gobierno de Luis Arce respaldó la invasión rusa. Estar apergollado por deudas no debe dar muchos grados de libertad. A manera de ejemplo, Bolivia deberá cubrir entre este año y los dos siguientes, 570 millones de dólares de un centro de investigación y desarrollo de energía nuclear, y un centro de medicina nuclear. Y aunque, formalmente, Evo Morales ya no preside Bolivia, eso no quitó que se subiera al tren, felicitando al “hermano presidente”: “Los pueblos dignos, libres y antiimperialistas acompañan su lucha contra el intervencionismo armado de EEUU y la OTAN. El mundo encontrará paz cuando EEUU deje de atentar contra la vida” (sic).

Lo de Daniel Ortega, de Nicaragua, es ya de desvarío místico. Le escribió una cartita a su amigo Vladimir en la que refrenda, una vez más, su respaldo a la agresión militar emprendida. Destaca los “esperanzados tiempos” y le dice que “libra nobles batallas por la paz”, a la vez que el furibundo anticlerical nicaragüense encomienda al dictador ruso a la Virgen del Rosario, aprovechando la coincidencia de ambas celebraciones. Francamente delirante.

Hace unos meses, el presidente argentino, Alberto Fernández, en el contexto de agradecimiento por la provisión de vacunas Sputnik, le ofreció a Putin que Argentina fuera “la puerta de entrada de Rusia a América Latina”, y coordinar sus esfuerzos en los temas multilaterales en organismos internacionales.

En este contexto, resulta interesante la noticia detonada en Moscú sobre la eventual instalación en territorio mexicano del sistema Glonass, una herramienta satelital rusa de geolocalización que, dado el contexto, huele a vigilancia y espionaje. Más allá de los pasos que se requerirían para avanzar con ese proyecto (un acuerdo complementario y la ratificación legislativa), la noticia llega en un momento en el que, tras los estertores de los “Guacamayaleaks”, la opinión pública está particularmente irascible con estos temas. Y, para abonar sobre en qué lado de la Historia se quiere uno colocar, ¿qué necesidad había de fustigar desde las mañaneras al presidente ucraniano Volodímir Zelenski, regateándole méritos para ser acreedor del premio Nobel de la Paz? Ah, claro, pudiera ser porque, tras la propuesta de plan de paz llevada a Naciones Unidas, podría haber supuesto que nadie más que él podría ser objeto del galardón.

En contraste, qué estupenda intervención de Zelenski en la reciente asamblea de la Organización de Estados Americanos, celebrada en Perú, evocando a Simón Bolívar, José de San Martín o Miguel Hidalgo, en una genuina lucha por la libertad.