Julio Vaqueiro

Un año de Biden

RÍO BRAVO

Julio Vaqueiro *Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
Julio Vaqueiro 
*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
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Aquel día, hace un año, nevó un poco en Washington D.C. El frío lastimaba hasta los huesos, aunque por momentos las nubes desaparecían. Joe Biden asumía como Presidente de Estados Unidos con la luz suave del sol de invierno sobre el Capitolio. Los ojos de todos estaban puestos ahí, 20 de enero del 2021: ¿qué sigue para este país?

Hoy tenenos al menos parte de la respuesta a esa pregunta. Se cumple el primer aniversario y Joe Biden ha pasado el último año deseando que las cosas en Estados Unidos regresen a la normalidad. No ha ocurrido.

Los demócratas llegaron a la Casa Blanca con muchas promesas y dos grandes problemas frente a ellos: la pandemia y la polarización. En campaña, Biden aseguró que resolvería las dos crisis. Aún no lo consigue. Hoy, el promedio de muertes por Covid-19 volvió a rondar las dos mil diarias. Hoy, también, el país está más dividido que nunca.

En el aniversario del asalto al Capitolio, del 6 de enero pasado, Biden dio un fuerte discurso en el que se cuestionó: “¿Qué tipo de país queremos ser? ¿Seremos una nación que acepta la violencia política como una norma?”. Las encuestas muestran que un grupo considerable de estadounidenses, aunque minoría, no tienen problema con que haya violencia contra el gobierno, si las circunstancias lo ameritan.

Joe Biden llegó al poder con la esperanza de dialogar, escuchar y lograr acuerdos bipartidistas, pero se encontró con una oposición republicana radicalizada, todavía bajo la sombra del expresidente Trump. Más aún, Biden se ha topado con un partido demócrata dividido. Su propio partido, roto en mil pedazos. El escenario le ha impedido llevar a cabo algunos de sus más grandes proyectos y cumplir muchas de sus promesas. Su plan social está en el limbo, atorado en el Senado. Su reforma electoral llegó esta semana a un callejón sin salida. La reforma migratoria, en el olvido, y un alivio de cualquier otro tipo para millones de migrantes en Estados Unidos, sepultado, sin que los demócratas hicieran mucho para evitar el entierro.

Encima, y esto es nuevo, ahora el presidente enfrenta una inflación histórica del 7%, la más alta en 40 años. Enfrenta también la escasez de algunos productos porque la cadena de suministros está afectada debido a los contagios de Ómicron. Y enfrenta, esto es lo importante, unas elecciones de medio término en noviembre, que amenazan con quitarle a los demócratas el control de la Cámara de Representantes y el Senado.

La popularidad del presidente Biden comenzó a caer cuando las tropas estadounidenses se retiraron de Afganistán. Aquello fue un parteaguas en su primer año, y probablemente lo será para toda su administración. Difícil recuperarse de algo así. Esas imágenes de miles de afganos abandonados a su suerte, en un país ahora dominado por el Talibán, corriendo detrás de un avión para escapar, no se olvidan tan fácilmente. Y llegaron en el verano, justo cuando comenzó el aumento de los precios. Meses después, llegó el aumento en los contagios.

Una tras otra.

Ahora, frente a Biden está también la tensión con Rusia y la posibilidad de que Vladimir Putin invada Ucrania. Por si faltaba algo. Y apenas vamos por el segundo año…